Entrevistador:
Arquitecto Juan Molina y Vedia
Lugar y fecha: Buenos
Aires,
Fecha de ingreso a la FADU: 1966
Fecha de Egreso de la FADU: 1973
Yo
alumno - Yo arquitecto
Jaime
Uriburu (JU): Un manifiesto, fue como una memoria general de criterios
de cómo encarar el tema de la ciudad. Yo me acuerdo que después cada equipo
desarrolló un área, viste que tenés que dar ideas, unas sobre la costanera…
Entonces cada uno presentó su proyecto, todos tenían un manifiesto general, de
ideas generales sobre la ciudad, que fueron las que acordamos en estas
reuniones, éramos 10 equipos. Que era más la línea como la llamaban “nack and
pop”, nacional y popular, contra la línea que proponía un poco la convocatoria
esta de Varas, que tenía más que ver con la ciudad collage y esa teoría media
Rossiana, más extranjera que nuestra, como siempre pasa, como una versión
foránea novedosa. Voy a ver si tengo algo, porque en algún momento andaban por
ahí los paneles de la propuesta nuestra. Nosotros presentamos para Costanera
Norte, y después la revista Sumarios sacó una publicación con los mejores
trabajos, los premiados más algunos seleccionados, entre los cuales estaba el
nuestro de Costanera Norte. Y no sé si en la memoria, sale algo de lo que
habíamos escrito
Juan Molina y Vedia
(JMV): El comienzo de todas
las entrevistas son relatos, relatos autobiográficos que empiezan con el tema
“yo alumno”. Entonces te podés explayar. Decime en qué año empezaste
Jaime
Uriburu (JU): Bueno yo entré en el 66, di un curso de ingreso que fue,
para mi, brillante, que daban Danon, Breyer, Ibarlucía, y abarcaban como cuatro
áreas. Diseño que lo daba Ibarlucía, Bonta que daba Historia, Danon que daba
Estructuras y Tecnología, y Breyer que daba un poco dibujo, forma, expresión.
Fue a principios del 66, yo había terminado el colegio un año antes, tenía 16
años.
Me rompió la cabeza, venía de un colegio Marista, digamos muy estructurado, y estos tipos te tiraban el primer día, qué se yo, artículos del antropólogo Levi Strauss. Yo los buscaba en los equipos de fútbol, (risas generales), si los ubicaba por ahí. Bueno y te daban como una idea muy Universitaria, muy general, casi cultural de la cosa. Y después te orientaban cada uno en su área, a temas y ejercicios muy, muy lindos. Realmente para mi fue como una especie de ruptura, de que había otra manera de pensar las cosas. Venía de estudiar de la página 14 a la 21, viste, como estudiás en el colegio, a tener que hacer una monografía, una propuesta. Había entrado en Arquitectura porque me gustaba mucho dibujar, y algo de los edificios, no sabía muy bien qué, pero algo de los edificios. Y te hacían dibujar mucho. Te sacaban a la calle, y a dibujar. Croquis, perspectivas, y también un poco geometría, o sea hacían mucho hincapié en el dibujo. Pero el dibujo no solo instrumental, sino también como reflexivo para poder empezar a entender la cosa. Bueno después lo aprobamos. A mi siempre me pareció muy bueno eso de dar un curso de ingreso en verano. lo primero es como diciendo, bueno ya llegaste a la Universidad, se te acabó el recreo del secundario, esto es otra cosa, tenés que estudiar con más profundidad, con más tiempo, tenés que sacrificarte, se acabó el verano de tres meses, esto es otra cosa. Todos mis amigos se iban de vacaciones, y vos dibujabas en el tablero las láminas que te pedían para La Facultad. Medio de golpe, pero te metían como en otro nivel, que es el de La Facultad y de La Universidad, me parece que es otra cosa. Bueno arrancamos primer año, y yo cursé con Kiguel, Introducción a la Arquitectura, en un Taller chiquito pero de muy buenos docentes, estaban los Grossman, Tiscornia, Tarnofsky, tipos muy de oficio. En toda esa etapa los docentes iban a la mañana y a la noche a La Facultad, la mayoría de las Cátedras, de Introducción y de Arquitectura o Diseño, tenían turno mañana y turno noche. Casares era mañana y noche, y los docentes iban a la mañana, volvían a la tarde a sus estudios, y volvían a la noche a La Facultad. O sea había una dedicación y una vocación que se sentía. Me tocó el Golpe del 66 sin que yo entendiera muy bien nada, digamos, políticamente no terminaba de entender lo que pasaba. Llegué un día con una entrega, me acuerdo, y estaba toda la policía en la puerta diciendo que no había entrega. La noche anterior había sido La de los Bastones Largos. Yo ni me había enterado, no había esta inmediatez de noticias de la radio, la televisión, y del mail que tenés ahora. Yo estaba dibujando, terminé, me fui a entregar y me encontré con unos señores de azul que me dijeron que ya no había Facultad. Pasaron unos meses, hubo un recuperatorio, y se armó como una nueva Facultad, más condicionada, más acotada y cursé los primeros años con Casares, 1 y 2, y después empecé a trabajar, así que me pasé a la noche a la Cátedra de Kiguel. Y tuve como dos Escuelas paralelas, trabajaba en el estudio de Mario Roberto Álvarez, desde segundo año.
Me rompió la cabeza, venía de un colegio Marista, digamos muy estructurado, y estos tipos te tiraban el primer día, qué se yo, artículos del antropólogo Levi Strauss. Yo los buscaba en los equipos de fútbol, (risas generales), si los ubicaba por ahí. Bueno y te daban como una idea muy Universitaria, muy general, casi cultural de la cosa. Y después te orientaban cada uno en su área, a temas y ejercicios muy, muy lindos. Realmente para mi fue como una especie de ruptura, de que había otra manera de pensar las cosas. Venía de estudiar de la página 14 a la 21, viste, como estudiás en el colegio, a tener que hacer una monografía, una propuesta. Había entrado en Arquitectura porque me gustaba mucho dibujar, y algo de los edificios, no sabía muy bien qué, pero algo de los edificios. Y te hacían dibujar mucho. Te sacaban a la calle, y a dibujar. Croquis, perspectivas, y también un poco geometría, o sea hacían mucho hincapié en el dibujo. Pero el dibujo no solo instrumental, sino también como reflexivo para poder empezar a entender la cosa. Bueno después lo aprobamos. A mi siempre me pareció muy bueno eso de dar un curso de ingreso en verano. lo primero es como diciendo, bueno ya llegaste a la Universidad, se te acabó el recreo del secundario, esto es otra cosa, tenés que estudiar con más profundidad, con más tiempo, tenés que sacrificarte, se acabó el verano de tres meses, esto es otra cosa. Todos mis amigos se iban de vacaciones, y vos dibujabas en el tablero las láminas que te pedían para La Facultad. Medio de golpe, pero te metían como en otro nivel, que es el de La Facultad y de La Universidad, me parece que es otra cosa. Bueno arrancamos primer año, y yo cursé con Kiguel, Introducción a la Arquitectura, en un Taller chiquito pero de muy buenos docentes, estaban los Grossman, Tiscornia, Tarnofsky, tipos muy de oficio. En toda esa etapa los docentes iban a la mañana y a la noche a La Facultad, la mayoría de las Cátedras, de Introducción y de Arquitectura o Diseño, tenían turno mañana y turno noche. Casares era mañana y noche, y los docentes iban a la mañana, volvían a la tarde a sus estudios, y volvían a la noche a La Facultad. O sea había una dedicación y una vocación que se sentía. Me tocó el Golpe del 66 sin que yo entendiera muy bien nada, digamos, políticamente no terminaba de entender lo que pasaba. Llegué un día con una entrega, me acuerdo, y estaba toda la policía en la puerta diciendo que no había entrega. La noche anterior había sido La de los Bastones Largos. Yo ni me había enterado, no había esta inmediatez de noticias de la radio, la televisión, y del mail que tenés ahora. Yo estaba dibujando, terminé, me fui a entregar y me encontré con unos señores de azul que me dijeron que ya no había Facultad. Pasaron unos meses, hubo un recuperatorio, y se armó como una nueva Facultad, más condicionada, más acotada y cursé los primeros años con Casares, 1 y 2, y después empecé a trabajar, así que me pasé a la noche a la Cátedra de Kiguel. Y tuve como dos Escuelas paralelas, trabajaba en el estudio de Mario Roberto Álvarez, desde segundo año.
JMV: Ah mirá… Estaba Gentile en ese momento
JU: Estaba
Gentile, en ese momento. Estaban a la vuelta en un estudio sobre Belgrano, no
estaban en Solís 370. Gentile tenía su equipo y sus obras, era un tipo muy
apreciado y querido por Álvarez, le había dado como su autonomía.
JMV: Yo lo conocí a Gentile
JU: Un tipo
muy, muy buen tipo, muy cálido y muy capaz, por lo que me acuerdo. Y mientras
cursaba en un buen Taller de Kiguel, tuve buenos docentes. Un Taller bastante
amplio, con bastante libertad de acción, dentro de lo condicionado que estaba
uno en La Facultad
de esa etapa de la historia, digamos, me formaba paralelamente en el estudio de
Alvarez. Y como hacíamos todos, algunas changuitas a terceros. En el 70 en el
estudio de Alvarez lo conocí a Sorondo, 10 años más grande que yo, ya era
arquitecto, yo era estudiante dibujante, y bueno, compartimos así el lugar y me
invitó…
JMV: Cuánto tiempo estuvo en el estudio de
Alvarez?
JU: Estuvo
casi un año, trabajó y tiró muchas ideas, me acuerdo, de La Galería Jardín, que
le propuso los patios. Esa cosa de tratar de rescatar algo de lo nuestro. Y
esos patios que tiene la
Galería Jardín, patios a cielo abierto, los pasillos…
JMV: Eso fue en el 70…
JU: Claro,
más o menos en esa época. Y Sorondo me invitó a dibujar concursos con él. El
los hacía con Maceratesi, con Dujovne, y ahí fui de dibujante con Rolo, y
ganamos algunos premios, y te regalaban libros o algunos manguitos, a veces. Y
paralelamente con amigos de La
Facultad, armamos un estudio para algunos trabajos
particulares. Así que la formación mía, siempre lo digo, tiene que ver con lo
de la Facultad
y con Alvarez. Alvarez me dio mucho oficio, aprendí desde el módulo del
azulejo, que todo lo que era baño, cocina, sanitario se modulaba con el “15,3”, hasta digamos, cierto
rigor y mucho profesionalismo y oficio en resolver el diseño. Aunque yo no
hacía mucho más que dibujar y resolver alguna cosa puntual, alguna rampa de
autos, escaleras de servicios. En Alvarez había como un escalafón, primero
aprendías a dibujar y a resolver baños, después te pasaban a cocina, después
subsuelos, garajes, hasta que llegabas a plantas tipo, digamos. Y trabajé con
Mauricio Rantz, que era un proyectista muy capaz y el gordo Ramos, y Miguel
Rivanera, que eran eximios dibujantes de… sobre todo de detalle de obra, tipos
que dibujaban todo en “el libro de órdenes de servicio”, y entonces me traían
la hoja de la obra, ese triplicado para que yo la guardara en la carpeta.
Entonces yo, me llevaba la hoja, sacaba una fotocopia, y la guardaba al día siguiente. Y me armé un manual de
detalles, de terminaciones y constructivos, que en algún lado lo tendré…
JMV: Si encontrás esas cosas… porque ahí, yo le
conté a todos que hacemos los tres paneles, pero además tenemos unos lugares
donde podemos hacer instalaciones, con objetos cosas que encuentren. Por
ejemplo, hoy Minond me contó que cuando era chico Olegario V. Andrade, con la
barba y qué se yo, y que los padres les pareció bárbaro, le pusieron un marco,
lo colgaron. El tenía 8 años cuando hizo eso, cuando recordando los
antecedentes de la enfermedad, porque la arquitectura es como una enfermedad,
hay indicios de que la vas a contraer, antes. Y después hay un momento que ya
entrás y estás entregado.
JU: Así que
me recibí, apenas me recibí ya dejé el estudio de Alvarez, porque en realidad
trabajaba medio día y me dejaba tiempo para mis cosas de La Facultad, y algunas cosas particulares. Y al mismo tiempo
empecé a trabajar asociado con
Do Porto, Escudero y
Sorondo…
JMV: Ahhh… unas cosas que están por la calle Tres
de Febrero
JU: Claro ese
edificio lo hicieron un poquito antes de que yo entrara con ellos. Que está
donde termina 11 de Septiembre, un edificio blanco con balcones amarillos.
Ellos lo hicieron con Aftalión incluso hicieron el Banco de Santa Cruz
JMV: Ah… con Bischof, Aftalion…
JU: Claro, pero yo entré justo al
estudio cuando Do Porto y Escudero se abrieron de Aftalion, Bischof y Vidal.
Habían ganado el Hospital de Pediatría, hicieron la obra del Hospital, pero ya
como estudios asociados. Habían quedado Aftalión por un lado, y Do Porto por el
otro. Y Do Porto y Sorondo se hicieron socios, me asociaron, como arquitecto asociado,
digamos. Y un tiempo todavía tuve algunas cosas con Juan Herrera, Mauricio
Deveaux, Guillermo Petrocchi y Alfredo Sánchez Galarce,
que era mi estudio de Facultad, digamos. Lo que pasa: uno se fue a
Pinamar, otro se fue a trabajar en una fábrica, otro se fue a España, y qué se
yo, y fue una diáspora, Fue más o menos en el 74-75, cuando bajó el trabajo, la
crisis medio peronista y demás, no hubo mucho trabajo, y bueno tenía esto con
Rolo, Beatriz y Jorge, y ahí fui. Y aparte eran de una vertiente que a mi
siempre me gustó, de toda esa época, eran concurseros. Eran estudios
concurseros y me gustó siempre el tema de hacer los concursos. y ganamos el
Palacio Legislativo en Formosa, que se documentó ahí en el estudio, y cuando se
estaba por licitar la obra Perón intervino en La Provincia, en el año 74.
Primera Provincia que intervino, o sea que nos quedamos sin Legislatura. Y
después en el 75 ganamos La
Obra Social del Congreso, también con Korn y Lopatin
asociados. Un edificio que se iba a hacer atrás del de Solsona, sobre Bartolomé
Mitre y Riobamba, era a la vuelta, entre medianeras, se conectaban por atrás.
Esa fue la idea que nos dio el premio, enganchamos los basamentos del edificio
nuestro, que era la Obra
Social con el de ellos. Armamos toda una planta de comedores,
expansiones y entonces todos salían de trabajar, y no tenían que dar la vuelta
a la manzana para entrar al edificio, sino que se mandaban por el techo de
8.80, del basamento. Y ahí también teníamos que firmar el contrato del proyecto
definitivo y la dirección de obra, el 26 de marzo del 76, y el 24 de marzo nos
quedamos sin comitente.
JMV: Y Bereterbide firmó un contrato
para hacer el Barrio de Luis María Campos y Borrego, el día de la revolución de
Uriburu. Firmó el contrato, y Uriburu terminó, no se hizo jamás, después hubo
una Iglesia Neocolonial ahí, en Dorrego y Luis María Campos, viste?
JU: Sí, yo tengo el estudio ahí en Ravignani,
así que paso siempre por ahí
JMV: Mirá esa Manzana era el barrio
igual al Los Andes. Uno de los tres premios
que ganó, era ahí. LA firma del contrato es el 30 de septiembre del 30
JU: Del 30, del Golpe del pariente
lejano
JMV: Toda una lucha que hace él, porque
tenían que dárselo, y le contestaban que no, y bueno, seguía y seguía
JU: El otro día nos acordábamos con
Lopatin, que lo fui a ver a La
Municipalidad, por un tema de trámite municipal. Ganamos el
concurso, bueno nada, el Golpe, qué se yo, todos recluidos, y nos manda a
llamar el Interventor del Congreso, un coronel creo que era, “a ver los que ganaron el premio, que se
presenten”, y no quería ir nadie, mandamos al abogado. Claro no quería ir
nadie, no sabías si te quedabas, lamentablemente…
JMV: Hablé con Daniel Gombinsky recién,
me contó que él terminó en el 75, y el diploma se lo entregó un contralmirante,
con Corbacho.
JU: Bueno, tiempos difíciles. Así que
bueno, después entre concursos, sacamos premio en el de Segba, me acuerdo, ese
edificio enorme que se iba a hacer en Catalinas, te acordás?
JMV: Claro al fondo de Catalinas
JU: donde ahora están las torres
negras, sobre Córdoba. Y ganamos varios premios. Jorge, Sorondo y Beatriz, eran
tipos de mucho oficio concursero
JMV: Beatriz estuvo en la exposición del
año pasado, no pudo hacer los paneles, pero está la entrevista de Beatriz, me
debe los paneles todavía
JU: Y bueno hubo una racha de buen
trabajo, que fue el 77. 78. 79, 80, cuando fue el cambio de código, te acordás?
JMV: Sí, miles de planos antes del
Código nuevo
JU: Bueno hicimos… otra época de dólar
barato, te acordás? de Martinez de Hoz y “la tablita”. Así que hubo trabajos
bastante buenos para hacer. Hicimos los Laboratorios de Cinecolor, que están
ahí por la Panamericana
y San Lorenzo, unos de ladrillos a la vista
JMV: Ah, sí…ahí Pino armaba sus
películas, ahí le pegaron unos tiros, le hicieron un atentado
JU: Hicimos edificios en el interior.
Yo estuve dirigiendo una obra en Gualeguay, departamentos con un préstamo del
banco, después en Posadas hicimos con un arquitecto muy bueno, que era medio
primo de Do Porto, que se llamaba Fernando Iturrieta, un arquitecto misionero
de muy buena arquitectura, Hitce - Iturrieta era
el estudio. Hicimos cosas con Sorondo en San Luis, que el padre de Rolo tenía
campo allá y tenía conocidos, hicimos proyectos para algunos campos, una
arquitectura regional bastante característica de la piedra, y del material del
lugar, y las condiciones del clima. En eso, Sorondo es un tipo muy dedicado,
digamos, al tema de la arquitectura regional. Y bueno siempre compartimos esa
idea de hacer una arquitectura más comprometida con el lugar, el sitio y la
gente. Y alrededor del año 80, 81, bueno otra crisis grande de trabajo, cuando
se cayó el dólar de la tablita, se disparó el dólar, te acordás? “el que apuestas al dólar pierde”, y el
dólar hizo pif…. Se cortó el trabajo, y teníamos un estudio éramos más
caciques que indios, éramos 5 socios con
Marcelo González que se incorporó en ese momento, y quedamos Sorondo y
yo que éramos los más afines digamos, y Jorge, Beatriz y Marcelo González
quedaron asociados por su lado. Y entonces ahí armamos el estudio
Sorondo-Uriburu, debe haber sido el año 81, 82. Con el que trabajé
prácticamente 10 años hasta que Sorondo se fue a la Comisión Nacional
de la Vivienda,
en el gobierno peronista del 89.
JMV: Ah, verdad. Fue la época del Barrio
Carrillo, me parece
JU: Claro, la demolición del Warnes y
el barrio Carrillo. Así que fueron como tres etapas para mi de actividad. Los
setenta, fue más o menos con Jorge y Beatriz, muy concursera y con algunas
obras, y después con Rolo del 80 al 90, digamos, un estudio más acotado,
hicimos de todo un poco, y hasta que Rolo se abrió para el lado de la política,
y yo me quedé por mi cuenta, también en una época que cayó el trabajo, el 89,
la hiperinflación, 90 y demás. Y a partir del 90 me manejo en mi estudio, y en
la gran mayoría de los casos asociado con amigos, colegas, conocidos, como
invirtiendo el modus operandi del proyecto. Antes armabas el estudio, el equipo
y después venía el trabajo. Y hoy viene el trabajo y vemos cómo lo hacemos y con
quién lo hacemos. Si la escala y la oportunidad da, lo hago solo, y si no se
dan equipos, unidades transitorias de estudio
JMV: Sí, porque no se puede mantener una
estructura. Y este lugar de exposiciones que vimos?
JU: Eso lo hice con dos chicos que son
docentes conmigo en La
Facultad, Fernado Zanel, -en realidad son tres- y Tito y
Lucas Maletti. Chicos que fueron alumnos de la Cátedra de Llauró y
después quedaron como docentes, tipos muy capaces, muy trabajadores y
preparados, que son los que aportan el desenfado, que siempre se necesita para
encarar un tema. Así que hacemos la buena combinación de la experiencia con la
mente fresca y menos condicionada que tienen los chicos. He hecho un poco de
todo, un barrio privado con Sánchez Elía, con Santiago Sánchez Elía, “quién me viera y quién me ve”, que yo
pude haber trabajado con Sorondo y con Santiago Sánchez Elía. Hicimos algunos
proyectos con Marcos Winograd cuando estábamos en un estudio, con Do Porto y
Escudero, Marcos era bastante amigo, Margarita Charriere, que era su mujer en
ese momento hasta que él murió. Hicimos un proyecto que después quedó trunco de
unas viviendas en Uruguay, el tema era un conjunto de viviendas en Montevideo,
que viajamos con Beatriz, y estuvimos con Mariano Arana, que nos mandó Marcos a
verlo, que fue Intendente después de Montevideo.
JMV: Ahora es Ministro de Planeamiento
JU: Un tipo de gran calidez. Estuvimos
por un día en Montevideo y nos llevó él a ver los terrenos, unos terrenos que
estaban por el lado de Carrasco. Y empezamos a armar un proyecto, que era una
Licitación Internacional de Proyecto y Precio, y después La Empresa, creo que era
Guerrico con la que hacíamos la dupla, se echó para atrás porque no daban los
costos. Pero fue una experiencia muy linda, trabajar con tipos como con la idea
de Marcos. El decía, como decía alguna vez Ballester Peña, “arquitecto de lápiz
para arriba” y necesitaba los de “lápiz para abajo”. Porque Marcos era un tipo
que pensaba y hacía dos rayas, como el concepto
JMV: Yo hice unos concursos con él, en
el año 66 que nos echaron. Y ganamos un premio en Israel, Aschdod. Y una
mención en Barna, en Bulgaria
JU: Me acuerdo, gran escala urbana,
esos proyectos, enormes
JMV: 30.000 habitantes en un centro de
un puerto del sur de Israel que se llamaba Aschdod, y el equipo era el Tano
Peani, Marcos Winigrad y yo. Y en el de Barna se agregó García Vázquez. Y el
equipo más joven que había era Juan Carlos López, Carlos del Franco, Sergio
Schneider. Juan Carlos López era como la mano
derecha de Marcos hasta que se pelearon. Uno fundó el PCR
JU: Y el otro se puso a hacer Shopings
JMV: No, Juan Carlos López fundó el PCR
y después hizo shopings. Hizo las dos cosas. Y Marcos se murió muy súbitamente.
Le descubrieron una cuestión cardíaca y en tres días se murió.
JU: Me acuerdo que fui a un homenaje,
eso fue gracioso, porque yo siempre digo, creo que refleja un poco lo que puedo
ser, digamos. Lo fui a despedir a Sorondo, peronista nato, si los hay a Ezeiza
porque se iba al Congreso de Madrid, me acuerdo, creo que en el año 75. De ahí
volví, con el autito, paré en el Partido Comunista de la calle Entre Ríos, que dio un homenaje a
Marcos Winograd, que se había muerto hace poco. Salgo de ahí, y terminé dándome
un baño y una clase de gimnasia en el Jockey Club, porque por la familia soy
socio del Jockey Club, y voy a hacer gimnasia. Si me seguía alguien se podía
preguntar, “cuál es este”, el que despidió al de Ezeiza, el que paró en el
partido comunista en el homenaje a Marcos…
JMV: Yo no me acordaba cuándo se murió
él, pero él quería fundar un Centro de estudios que se iba a llamar Aníbal
Ponce y me había invitado. Y creo que se murió cuando estaba por inaugurarlo.
Era un Centro como LA
Escuelita. Un lugar para estudiar temas de arquitectura fuera
de La Facultad.
JU: Creo que es parte de lo que me ha
dejado subsistir, no?, tener la capacidad de irte adaptando, más allá de tener
unas ideas y conceptos más o menos establecidos, ha sido tan cambiante la
realidad nuestra, que esta metamorfosis permanente ha sido la posibilidad de
adaptarte. Y la de poder estar, yo nací y me crié en Hurlingham en una casa con
jardín y barrio, y canchita de fútbol, potrero, y después fui a un colegio
Marista, y fui a La Facultad. El colegio
era en Morón, me recibí en el San José de Morón. Haber terminado con una
educación más o menos convencional, pero con esa horizontalidad que tenía el
barrio, de ser amigo del hijo del farmacéutico
JMV: Estoy por publicar un libro que se
llama Potrero, que habla de los años 40…
JU: Bueno hace un tiempo leí un
artículo muy bueno de un tipo que es abogado que se llama Cambiazo pero es
crítico de arte. Como si fuera un “animador” cultural, un tipo que organiza
exposiciones y demás; el artículo era sobre lo que había sido la vida de barrio
para los que tenemos más de 50 años, que con el hijo del carnicero jugabas al
fútbol, y salías a andar en bicicleta con el hijo de otro profesional, mi padre
era abogado. Es una escala de barrio, que después la buscás. Y yo traté que mis
chicos, en una medida bastante menor, por el tema de la seguridad. Yo me
acuerdo que yo vivía en Hurlingham, me gustaba el Rugby, en el año 60 ó 61 me
tomaba el tren solo, me bajaba en Pacífico, caminaba pegado a la vía y entraba
al Gimnasia y Esgrima Jorge Newbery, donde eran los partidos de Francia,
terminaba el partido y volvía en tren hasta Hurlingham, bajaba y caminaba de la
estación a casa, 4 ó 5 cuadras. Y andaba por barrios entre comillas, bastantes
menos seguros que ahora. Y creo que se ha dado por el tema de seguridad, otras
condiciones.
JMV: Y decime el pasado de barrio y todo
esto, vos no crees que tiene que ver con tu arquitectura?
JU: Si, totalmente
JMV: A mi me marcó muchísimo el potrero,
cuando entré a La Facultad,
me resultaba muy extraños los razonamientos de los modernos, de los
funcionalistas, que no había que salir afuera para ir al baño. Yo tenía una
casa Chorizo, y me parecía fantástico salir afuera, no tenía ningún problema.
Me parecían otros los problemas. Yo en La Facultad
estudié como un robot, yo no creía nada de lo que me decían. Entonces resulté
muy atípico y tardé muchos años en entender qué es lo que pasaba porque de
repente reencontré con algunos amigos, y nos dimos cuenta que nos gustaban
otras cosas, pero que en La
Facultad no nos animábamos ni locos a decir eso. Era una cosa
prohibida que te gustara un ascensor viejo de esos abiertos con una cúpula
arriba
JU: Bueno las casas chorizo eran
denostadas
JMV: Sí, si… y yo viví 30 años en una
casa chorizo de 50 metros
de fondo, con magnolias, higueras. Y además mi viejo que era arquitecto tenía
una empresa constructora, y yo vivía en el depósito de materiales de la
empresa, que me parecía fantástico
JU: Bueno yo vivía en un suburbio,
digamos, Hurlingham era una casa con calle de tierra, todos baldíos que eran
los potreros, casa, casa, baldío, baldío
JMV: Ahora eso en Urbanismo, cuando
hablaban de la unidad vecinal, 4.000 habitantes, una panadería cada no sé
cuánto, me parecía tan absurdo, esa manera de organizar, era una cosa europea
rarísima. Bueno nunca lo entendí y creo que los Urbanistas siguen sin
entenderlo
JU: En la Facultad yo cursé
Introducción y Diseño 2 y 3 con un tipo
que era bien de barrio, que era Julio Grossman. Y Julio tenía mucho barrio, era
de Almagro y muy caminado, El padre era sastre y repartía ropa arreglada por el
padre en los barrios
JMV: Creo que escribió unas cosas sobre
Pugliese, sobre el tango, me sorprendió mucho
JU: Y estos dos fueron mis docentes,
Luis y Julio. Luis el que escribe en La Nación era como más fino, pero muy de barrio
también. Uno de los del barrio pituco, el otro era más reo. Julio era más reo,
pero eran de barrio los dos, criados al tango…
JMV: Y ese es un tema interesante. Uno
empieza con este libro, pero después quiero pasar al terreno de la arquitectura
con eso. Ahora lo hago como si no tuviera nada que ver, pero tiene mucho que
ver.
JU: Si bueno, esa escala de ir a lo
doméstico, a lo cotidiano, a lo vivido de las cosas, y darle importancia al
usuario
JMV: Esa obra última cuando fui a ver
esa exposición. Y yo ahí vi algo que no era cualquier cosa, y se lo dije a una
mujer
JU: Si, Diana debe ser la chica
JMV: Claro porque estaba Gorriarena, el
pintor, que iba con sus discípulos. Ahí fuimos con mi hermano
JU: Bueno ahí lo que tratamos de
rescatar primero era buscar la luz que ese lugar no lo tenía, buscamos el patio
que está ahí. Hicimos todo ese ventanal…
JMV: La cantidad de gente en La Facultad que jamás pensó
qué es un patio ni cómo se usa, y una galería y qué significado tiene, es
rarísimo, no?
JU: Ese lugar que tiene el piso de
pórfido trata de ser como el corazoncito que nos arma un poco todo el
recorrido, que tiene las salas de exposiciones adelante y las oficinas al
fondo. Tenés que pasar por un lugar como de transición, que es el lugar donde tratamos
de ganar la luz del patio. Es un aire y luz medio chico y profundo, de una
medianera alta, pero era el único lugar donde podíamos rescatar ese, en otra
escala digamos, y buscar el espacio doméstico,
JMV: Yo me dedicaba a pensar cosas, por
haber vivido en esa casa chorizo, completamente rechazadas por los concursos,
por los arquitectos
JU: Claro, no estaba en los manuales,
estaba en la calle, estaba en la gente
JMV: Y cuando yo pienso en un lugar para
el desayuno, me fijo muy bien si ahí hay sol a la mañana, no desayuno en
cualquier lado, lo pienso. Y en La
Facultad hay gente que no sabe ni siquiera dónde está el
norte, no saben el sol dónde está
JU: Esa fue otra cosa que me golpeó
bastante, esas cosas que te marcan como referencia, fue un curso que hice de
Arquitectura y Clima con Manuel Net, brillante arquitecto, y el viejo Sacriste,
en la Sociedad
Central, unas quince clases. Toda la primer teórica es el
movimiento de la Tierra
y el Sol,
JMV: Yo era especialista en eso, porque
era Ayudante de Geometría Descriptiva, y había dos años de teoría cuando yo
estudiaba, y vos elegías un tema, y yo elegí clima. Estuve un año entero
estudiando clima, cálculo de parasoles, cosmografía
JU: Uno lo manejaba, Julio Grossman era
bastante hincha con lo de responder a la orientación. Por eso una de las cosas
que yo digo de los Edificios Inteligentes, que yo miro las cuatro caras, es que
no le veo inteligencia a solucionar un problema que vos mismo ocasionaste. Y en
ese sentido el Conurban me parece brillante, como concepto. Tenés el oeste que
en lugar de poner vidrio, después tenés que ponerle parasoles y taparlo con
nylon negro, para que no te mate…
JMV: Sabés que Katzenstein me contó que esa pared la hizo
una familia de italianos, y encargaron al mismo tiempo eso y el Courtain Wall
del otro lado. Bueno a los tres meses la pared estaba toda terminada, y estaban
esperando… lo otro que no llegaba, pero en serio, me lo contó Ernesto
Katzenstein. Y para dar una idea de que una cosa es la imagen de la velocidad,
el taller, el montaje, y otra es La Argentina
JU: Bueno, a
nosotros nos pasó en Cinecolor. En Cinecolor necesitaban la obra, creo que en
tres meses, de los laboratorios, porque llegaban las máquinas extranjeras y
había que empezar la producción de películas. Y estudiamos los premoldeados,
los sistemas metálicos, y no daban los tiempos. Por la fabricación, porque no
había stock y qué se yo, las medidas stándarts, recién a los 90 días empezaban
a ver si te podían entregar algunas piezas. Y lo hicimos en hormigón y ladrillo,
y terminamos a los tres meses. Se armaron varias cuadrillas de albañiles…
JMV: Porque la velocidad de construcción depende
de dónde estés. Digo, de qué herramienta dispongas
JU: Sí, por
eso Cinecolor se hizo en hormigón, creo que 7x7 ó 6x6 la estructura, bien
moduladita, dejamos vigas bien altas con pases grandes, para avanzar, después
venían las instalaciones y demás, dejarle buenos lugares de pases, y cerramos
con ladrillo a la vista. Y en algunos lados tiene ladrillo hueco y chapa de
fibrocemento por afuera, en la parte más de producción que necesitaba una
aislación especial, por el sonido y la aislación térmica, porque hay lugares
con cámaras frigoríficas, temas de frío que daba mejor esa pared doble con
aislación en el medio…
JMV: Yo estuve ahí con Pino en el montaje de
algunas de las películas, El Viaje, o no sé cuál era
JU: Que
entrás por una pergolita curva. Y las únicas partes entrecomillas tecnológicas,
que era una especie de cajita de vidrio que salía en la circulación, se
llovió…(risas), como toda carpintería vidriada muy expuesta, se llovió. En ese
sentido hemos manejado, aparte escalas desde la pequeña ampliación, refacción,
que nos ha dado de comer bastante tiempo, hasta…
JMV: Y vos viviste en el mismo lugar que Diego
Batlle, no?
JU: Sí, el
conjunto ese lo hicimos con Juan Orrico y Rolo Sorondo, lo hicimos en el 84,
85. Justamente, eso buscando cosas qué hacer, una época, te acordás que había
que inventar el trabajo, el bajón ese del dólar. Teníamos unos mangos, nos
compramos un terreno para construir, y empezamos a ver qué se podía hacer, y
vimos que uno de los negocios que andaba bien, que ahora es uno de los que está
de moda es el “PH”, que era el pasillo con las viviendas. Entonces tratamos de
hacer como el PH de la época. Hay un conector, y lo que funciona muy bien es el
fondo común, el patio de juegos. Es en pequeñísima escala lo que nosotros
hacíamos en la calle, o en el potrero. O sea, es el lugar de encuentros, de
juego, de picardía, de cohetes en la época de navidad, que lamentablemente por
el tema de la calle, y el tránsito vehicular, el espacio de la calle ya se
perdió
JMV: Nosotros en la calle hacíamos todo, no había
tráfico casi
JU: Nosotros
jugábamos al polo en bicicleta, me acuerdo en Hurlingham, cerrábamos una cortadita
y con la bici jugábamos al polo. Y después siempre decíamos que los árboles
estaban modulados como arcos. Hurlingham, la parte inglesa tiene una veredita
de asfalto negro, una franja verde y la calle. En la franja verde hay dos
árboles, y justo dos enfente. Entonces podías hacer o arco a arco, o picadito y
ya tenías la canchita marcada, el arquero se podía tirar porque había tierra
JMV: Acá en este barrio se ponía un arco en una
vereda, y otro en la otra, no sé por qué, se jugaba en diagonal, y de vez en
cuando venía un auto. Era a dos cuadras de Cabildo y Juramento mi casa. Ahora
está La Belgrano Tower
ahí. En ese lugar había dos conventillos largos, uno lo alquilabamos nosotros y
al lado había otro. 53
metros de fondo por 13, piezas de 4x4, una que era más
ancha, el comedor. Tenía una huerta, tenía tomates
JU: Nosotros
en el jardín de casa también, había épocas de tomates, rabanitos que le gustaba
mucho a mi papá. Y había dos ciruelos grandes que en verano daban frutos. Y el
postre?, al árbol decía mi mamá.
JMV: Era otro mundo
JU: Yo alguna
vez leyendo a Aldo Rossi, porque también hay que leerlo, decía que hay como la
arquitectura de la ciudad, hay una arquitectura de tejido y una de monumento.
Yo me siento más haciendo la de tejido que la de monumento. Hay arquitectos que
están para la arquitectura de monumento, que los tiene que haber, la ciudad los
tiene que tener, sus referencias en algunos edificios, en alguna plaza
JMV: Y hay un personaje que es el del Manantial,
Howard Roark que lo hacen en cine. Uno contra todos se llama la película. Es
una versión novelada de la vida de Wright. El Manantial se llamaba el libro de Ayn Rand, y en cine lo hizo Gary Cooper. Y es un tipo al
que le cambian la fachada de una obra que él hizo, entonces en la última
escena, se lo ve de noche en medio de la niebla, va y dinamita los edificios,
porque le cambiaron la fachada. Es una discusión de un arquitecto contra los
arquitectos. Y en la novela, que es de una escritora, Ayn Rand, bastante
conocida, la última escena es el tipo subiéndose a un rascacielos hecho por él,
que le gusta, entonces termina en la cúspide del rascacielos desde donde mira
el mundo a sus pies, y ahí se acaba la novela. Como que el monumento es un
monumento a él. Está buenísima esa observación, de que muchos monumentos, son
un monumento al propio arquitecto.
JU: Yo me siento más, como te digo, arquitecto
de tejido. Además cuantitativamente, creo que hay mucho más tejido que monumento. En una ciudad no puede ser todo
monumento y el resto tejido porque no hay dónde vivir. Y creo que los que
hacemos la diaria resolvemos la escala esa, la del tejido, el barrio, el
conjunto, la calle, la plaza, el lugar donde vive la gente; y por ahí en todo
caso cuando aparezca el edificio símbolo, aparecerá el palacio, digamos, y te
da la referencia de que hace falta para acotar un lugar, y el lugar lo merece,
en una avenida, por ejemplo. La que nos ha tocado a nosotros y en donde yo me
he sentido más cómodo es en esa, en ir resolviendo de la mejor manera la vida de
la gente. Y en ese sentido, me importa mucho y sobretodo la opinión del que
termina quedándose a vivir en lo yo hago. Que por ahí te invita a comer de vez
en cuando, y no te llama solo por las humedades. Pero la mejor satisfacción es
cuando vos ves que lo dejaste contento. Y aparte es la mejor referencia
también, en lo profesional. Si incluso lo querés ver desde el punto de vista
del marketing. Yo creo que la gente no llama a nadie porque vos pongas un aviso
en una revista, o un panel en una exposición de arquitectura. Viene la
referencia por un tipo al que le hiciste un trabajo, se quedó contento y te
recomendó.
JMV: Y decime una cosa, del tiempo en
que vos estudiabas, qué tipos aparte de Sacriste, que lo nombraste, en ese
momento que vos estabas, por fuera de La facultad, en el mundo y en todos los
lugares, qué tipos eran referentes, que te aportaron algo
JU: Y… en la primera época, en los dos primeros
años de Casares, Le Corbusier era “el mentor”, era la referencia de casi todos
los docentes
JMV: Y Wright?
JU: No, por lo menos hasta donde yo me acuerdo
lo que más te hacían estudiar con todos los libros…
JMV: Habían cambiado entonces, porque
Casares estaba antes, cuando estuve yo, en Diseño 3 Casares, y Eduardo Martin era
el otro
JU: Yo tuve a Raúl Petrucci que era muy joven en
ese momento, uno de los que hizo con Serra y Valera la Terminal de Retiro. Estaba
Iglesias Molli grande, un arquitecto que después se radicó en Mar del Plata,
Mantero, y un tipo también muy capaz: y te marcaban mucho al Corbu como
referencia. Y después en Kiguel yo siempre tomaba como mi referencia a Alvar
Aalto, no era común en ese momento, te hablo de los 70, eran más los del
Team10, lo de Stirling sobre todo. Stirling y la versión local de Solsona,
marcaba mucho el lenguaje sobretodo de la arquitectura. Y no sé por qué, quizás
por lo que vos decís de escala, de manejo de lugar, de sencillez que tomaba
Alvar Aalto en esa época era Alvaro Siza. Y Siza de los actuales, es uno de los
que me merece respeto.
JMV: Porque hay otros que nombran a
los Team 10, los Smithsohn
JU: Sí, los últimos años de la carrera nuestra,
hicimos mucho hincapié en los proyectos de la Facultad, vinculado a una
época de concursos, era la
Arquitectura de sistemas. Que tenía que ver con los
hospitales.
JMV: Hubo una Architectural Design
dedicada a eso, en el año 69, era la
Biblia de todo eso
JU: Sí con Alexander…
JMV: Christopher Alexander
JU: Te quedabas tranquilo si armabas un sistema.
Y en realidad eran pequeñas maquinitas que funcionaban
JMV: Que era un matemático ese tipo
JU: Sí, que después echó todo por la borda, hizo
los libros esos…
JMV: Se transformó en un místico
JU: En el modo Intemporal de construir
JMV: Se transformó en una especie de
Xul Solar, místico. Y Christopher Jones también vino una vez acá al CAYC,. Klikowsky había editado el libro de
Christopher Jones y Glusberg lo invitó a
hablar al CAYC, y entonces estab Klikowsky con todos los libros, y el tipo dijo
que todo eso que había hecho él era una basura, que no quería saber más nada.
Estaba desesperado, no pudo vender nada. El tipo empezó a hablar del Mahabharata y el Ramayana,
religiones hindúes, además en el CAYC había unas escaleras y había un sótano
JU: Y bueno ese fue otro lugar nuestro, una
pequeña meca, el CAYC
JMV: Y se metió en un baño y se dio
una ducha vestido, salió todo empapado, hizo una especie de show. Hizo eso y
enseguida empezó a explicar que si creían que iba a explicar lo que él había
dicho hasta ahora, estaban completamente equivocados. El había diseñado jets, era
diseñador de aviones, y se había dado cuenta de que todo eso estaba equivocado. Si Alexander y Christopher Jones
cubrieron todo el espectro y después cayeron en un abismo
JU: Y a nosotros nos pasó un poco eso.
En realidad ganaba esos concursos de los primeros 70 el mejor sistema, y el
paradigma fue el Hospital Nacional de Pediatría
JMV: Yo lo estudié bastante con Teresita
Dalgó que era la arquitecta encargada de mantenimiento. Empieza con unos robots
y unos trencitos que llevan la comida, había un panel de computación con luces
rojas, y la única manera de llevar la comida era con unos tipos. No funcionó
jamás ese piso. Por otro lado, tiene cosas que están muy bien, pero ese
entrepiso técnico no.
JU: Pero, bueno vos armabas el sistema,
la caja más o menos la envolvías
JMV: Si claro, y si el tren no
funcionaba, bueno había tres metros más de altura. Y había unos jardines muy
lindos rectangulares, la parte verde la habían hecho muy bien. Y había unas
carpinterías que se rompían todas, que eran una especie de aparato que se
plegaban, esas cosas que inventamos nosotros. (Risas), o Catalano, las que
inventó acá con las manijas…
JU: Que nunca más anduvieron. Si, es
que hacíamos esa arquitectura. Hasta 3 ó 4 hacíamos una arquitectura como más
acomodada a un programa, a un sitio, en eso Casares y después Kiguel, hicieron
bastante hincapié.
JMV: Ahí estaba Moro, en esos Talleres?
JU: Moro daba Visión en ese momento,
después pasó a tener Taller de Diseño también. Pero Kiguel tuvo docentes tipo
Roberto Frangella, Raúl Lier, Hugo Armesto que fue docente mío, excelente,
hijo, no? Había un clima de trabajo y de creación, estaba Ricardo Casina, socio
de Frangella también. Yo viví un tiempo en el edificio de ellos, acá en Manuela
Pedraza y Obligado, ese que era azul y amarillo
JMV: Lo pintaron de marrón, de color
gris consorcio como dice Rodolfo Livingston. Con una escalera caracol…
JU: Me tuve que mudar cuando nació mi
hijo, ya no cabía por la escalera caracol el carrito. La señora que limpiaba
renunció. 55 cm
de ancho tenía esa escalerita caracol. Ahora tenía una luz y una alegría ese
departamento, muy lindo era. Viví 2 ó 3 años ahí.
Y después, bueno
seguramente eran más grandes que yo, con más experiencia y oficio, Rolo
Sorondo, Jorge y Beatriz, eran tipos de los que yo recibí también como un
legado. Te repito el tema de oficio, del cómo se hacen las cosas, me lo marcó
mucho Alvarez, realmente es un tipo al que respeto profesionalmente, es
fantástico. Aparte a todos los arquitectos nos ha hecho bien. Prestigiar nuestra
profesión, el respeto que le tienen, la gente. Lo que duran sus edificios en lo
material y en lo estético también.
JMV: El tiene un material de cuando era
alumno en unas cajas, de cómo estudiaba, maravilloso. Si yo tuviera sponsors,
editaría alguno de esos cuadernos para mostrar algunas ideas. Que si uno dibuja
algo es como si uno estudiara diez veces eso en un texto. Tiene idea de cómo se
fija una cosa cuando vos la tenés que dibujar. Porque yo en una época daba
Historia, y suprimimos las xerox, tenían que ser dibujado lo que traías.
Primero no lo entendían, pero costó hasta explicarles eso. Si sacar una xerox
no es lo mismo que dibujar algo si lo querés entender.
JU: Yo siempre digo, una de las
primeras cosas que me hicieron hacer los primeros años en La Facultad fue dibujar en
la calle, y ya no se usa más, entre otras cosas porque está muy lejos La Facultad, nosotros
cursamos en los pabellones, en Figueroa Alcorta, entonces salías a la plaza, te
llevaban a Retiro
JMV: Ahora dibujan en las escaleras,
pero no es lo mismo
JU: No, no es lo mismo, que la calle,
el barrio, el lugar
JMV: Y yo doy clases en la calle con
gran dificultad porque la gente del curso nocturno no tiene horarios, no tiene
tiempo. Pero a los de La Plata
los traigo a la calle, porque hay clases que se dan caminando por un barrio y
hablando de todas las cosas que se están viendo.
JU: Si, aparte como decís vos el
registro que tiene el dibujo no lo tiene la foto
JMV: La gente ahora no se da cuenta de
eso. Con los textos nos pasa eso. Tipos que les das una bibliografía y te traen
una copia x de la bibliografía. Y si les preguntás algo, te dicen, cómo? y
también había que leerlo? Lo anillaron, lo pusieron.. También había que
leerlo?, es una pregunta (risas…)
JU: Es muy buena esa (risas…) Aparte
que me encanta dibujar y tengo la rebelión, calculo como buena parte de nuestra
generación, de la computadora, que la usás en caso de extrema necesidad
JMV: Yo tengo una regla T de mi abuelo,
que lo uso como un triple decímetro de hueso que también es hecho a mano. Hace
falta a alguien que tenga la computadora y que
te ayude
JU: Yo todo lo dibujo y lo paso, a que
me lo pasen a la computadora, yo no puedo pensar en la computadora. Yo hasta
que la prendo, el chico ya me dibujó la planta
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