Entrevistador: Arquitecto Juan Molina y Vedia
Lugar y fecha: Buenos Aires, 13 de septiembre
de 2005
Fecha de ingreso a la FADU: 1965
Fecha de egreso de la FADU:
Yo alumno - Yo arquitecto
Juan Molina y Vedia (JMV): Es así, todos empiezan con el “yo alumno”, se colocan en un momento, a veces cuando están entrando a la Facultad, o a veces piensan por qué cayeron en arquitectura, a veces tiene que ver con la familia…
Augusto
Penedo (AP): En
mi caso no tiene que ver nada con la familia. Lo que me decía siempre mi viejo,
y por ahí yo creo que mi papá tenía razón, que había que estudiar Ciencias
Económicas, no porque él tuviera nada que ver con eso, porque mi viejo era
taxista, pero era la visión que él tenía de un triunfador del futuro, o sea él
no tenía la ilusión de un hijo doctor sino que evidentemente tenía una visión
de que después, un día, los economistas iban a ser tipos importantes. Y la
verdad que la vida le dio la razón, porque los economistas hoy son unos tipos
muy reconocidos. Viste los tipos que hacen esos Master de negocios, y qué se
yo, ganan fortunas que ojalá ganáramos los arquitectos. Digamos, a la
arquitectura la elegí no sé muy bien por qué, porque yo de chico decía que
quería ser ingeniero, claro, porque yo no sabía que había arquitectos, no sabía
que existían, en la cultura de mi familia los arquitectos eran una cosa que no
sabían qué eran. Mi papá se enteró más bien qué era un arquitecto después de
que yo estuve recibido. Entonces yo quería ser arquitecto-ingeniero porque
quería hacer casas. Cuando tenía más o menos doce años descubrí que existían
los arquitectos. Entonces ahí cuando
entré en el Colegio Buenos Aires yo ya sabía que quería estudiar Arquitectura. Y
fijate que el otro día mirando La Nación, viendo unas necrológicas, eso fue lo
absurdo, me encontré con la parentela de un pibe que era compañero mío del
colegio que cuando estábamos en segundo año, la familia me quería convencer,
que por qué no estudiaba junto con mi compañero y amigo, porque era mi mejor amigo,
e iba a la Facultad de Derecho, primero me recibía de Abogado, después me
recibía de Escribano. Y la verdad es que si yo hoy fuera Escribano, o hubiera
hecho lo que decía mi papá, hoy sería un tipo rico. O sea, le hubiera hecho
caso a esos señores grandes que evidentemente sabían mucho de la vida. Lo
que no sé es si me hubiera divertido tanto como siendo arquitecto. Y
después hay una cosa que hago referencia en el panel, que un momento también
tuve otro posible desvío, pero ya estando dentro de la Facultad.
Yo cuando estoy en primer año de la Facultad
me agarra un momento de incertidumbre, tiene que ver con la madurez, empezar a
madurar, yo ya vivía solo, pero además trabajaba en la televisión. Y yo
trabajaba en la televisión como productor de un programa cultural y ganaba buen
dinero. Y se terminó ese programa, dejó de existir y me propusieron pasar a
hacer otro tipo de cosas, o sea trabajando dentro de la televisión en
producción, que también es otra cosa, era como la publicidad, en donde las ventajas
comparativas respecto a los ingresos…
JMV: Yo
tengo un disco de Andrew Eldritch,
que me lo regalaste vos. Unos discos de primera.
AP: ¿Te acordás que
tenía unos discos de jazz buenísimos? Mirá, lástima que me olvidé de esa
anécdota porque…yo tenía montones de discos, me acuerdo tenía 400 discos de
jazz, y como yo vine en el año ‘82 de visita, no tenía ningún plan de volver a
la Argentina , o sea yo me iba a quedar para toda la vida en España, me acuerdo
que Irene Joselevich me prestó un auto, y cuando nos volvimos a España, le
devolví el auto con todo el baúl lleno de discos de jazz que yo tenía y que no
me iba a llevar nunca a España, porque ya no había discos de pasta, no se
usaban más. Al marido de Irene le gustaba el jazz, y yo los tenia guardados en
la casa de mi hermana, me los había
guardado por un tema de fidelidad…
JMV: Yo
tengo arreglado el equipo…
AP: Bueno, yo también
ahora tengo un plato que volví a recuperar, para poder escuchar algunos otros
que me quedaron. Porque había algunos otros discos que si los guardé, estaban
en la casa de mi vieja. Mi mama guardó todo, las pocas fotos que tengo de esos
años las tenía mi mamá. La que está en el panel estaba en la casa de mis
viejos, cuando se murió mi vieja que fue la última que se murió, ahí apareció
una caja con todas esas fotos. Bueno la cuestión es que no fue ni por
cuestiones familiares, sino porque yo desde chico quería ser ingeniero para
hacer casas.
JMV: Y ahí
cuando te agarró esa crisis qué…
AP: No nada, nada,
decidí que no, que seguía arquitectura, que me iba a dedicar a la arquitectura,
trabajaba en el Estudio de Borthagaray en ese momento, y la empecé a pasar mal,
alguna vez tuve que vender una máquina de escribir para pagar el alquiler,
porque el laburo no era continuo, yo en la tele ganaba mucha guita, para la
edad que tenía la tele era fenómeno. Lo que me tentó en algún momento fue eso,
esa cosa de la guita, porque ahí yo ya tenía más conciencia que cuando tenía
quince años, no sobre lo que me había orientado mi papá y el padre de mi
compañero del colegio. Como ya vivía solo hacía como tres o cuatro años, yo ya
tenía más conciencia del valor de las cosas materiales, pero otra vez elegí
arquitectura. Yo creo que elegí bien, no desde el punto de vista de la cosa
material, porque los arquitectos ricos no somos, pero si de lo que elegí, me
gustó, hice una vida que me divirtió. Y es que yo había elegido sin tener
ninguna influencia, ni siquiera dibujaba. Dibujaba relativamente bien, pero
tampoco era un fenómeno del dibujo. Y no sé de dónde salió, yo quería hacer
casas, pero lo más paradójico es que no he hecho casas. Solamente hice dos
casas en mi vida y siendo estudiante. Una para un amigo, y otra para mi
hermana. Porque yo puedo decir ya prácticamente que toda la vida profesional mía
está ligada a este Estudio, a trabajar con Urgell o a ser socio de Urgell, en
definitiva trabajar siempre con Urgell. Y cuando empecé a trabajar con él
estaba por nacer mi hija mayor. Yo tenía trabajo con mi amigo Miguel Tobal pero
estábamos pasando un mal momento, y entré a este Estudio como dibujante, y
bueno después me fui a vivir a España nueve años, volví y acá era como si yo no
me hubiera ido, era como si me hubiera ido de vacaciones, en lugar de un mes,,
nadie mucho te lo hacía sentir. Fazio me fue a buscar al aeropuerto. Me
acuerdo, yo llegué un sábado, y Fazio me dice: el lunes tenemos una reunión en la Bolsa de Valores porque hay un
concurso. Como si yo me hubiera ido a Europa de paseo, o sea con una
cotidianeidad de ese estilo, que es un poco lo que tenemos nosotros. Nosotros
somos un Estudio raro, porque somos toda gente muy distinta, siempre eso llama
la atención, porque somos personas diferentes, culturalmente diferentes.
Tenemos una gran afinidad personal y laboral. Pero lo que tiene de bueno es
eso, que hemos desarrollado una complementariedad, siempre fue así. Yo me
acuerdo cuando se murió Enrique, yo estaba en los planos y él estaba en las
obras. José Antonio y Martín estaban en la gestión. Hoy que Enrique no está,
con Juan Martín nos repartimos, hoy ya hacemos un poco todo, todos, pero
siempre los papeles han sido esos. Hay algunos asociados que han tomado más la
parte de las obras, yo sigo liderando más el tema de los proyectos, pero Juan
Martín también, cuando hay mucho laburo. Y lo gracioso es que nos vamos
confundiendo un poco. Yo soy más liberal,. Antes era al revés. Yo tengo un
socio que estaba en la lista peronista de la Sociedad Central y nunca había
sido peronista. Yo me he convertido en un liberal progresista, más atenuado.
Pasan cosas con los años que son graciosas. Nosotros hemos producido un proceso
como Estudio, en ese sentido. Para nosotros lo humano tiene mucho sentido. O
sea la foto que pongo ahí, es la foto de un Estudio de hace seis años, donde
está todo, pero ahí te digo hay cerca de treinta personas, y la mayoría sigue
ligada al Estudio. Por lo menos debe haber quince, que son los quince que han
sido siempre, como una suerte de constante, incluso en los momentos difíciles,
que hemos tratado de mantener. Algunos han sido alumnos míos, otros son amigos
míos, o sea tipos que fueron compañeros míos, amigos que laburan con nosotros.
Tenemos gente grande. Cuando yo digo grande es tipo alrededor de sesenta años,
que es la edad que tengo yo.
JMV: Ya con
la tuya, tengo más de cincuenta entrevistas que tengo todas grabadas, y hay una
cosa que es constante, que es que la gente que yo entrevisto tiene alegría y
gusto, y le gusta estar haciendo lo que está haciendo, de una felicidad muy
grande y amigos con los que hace eso, es como una felicidad y compartida. Y
además hicimos una estadística, y en los setenta se recibieron ocho mil
arquitectos, y yo estoy hablando con veinticinco, no sé qué pasaría si uno toma
todo el espectro, pero a los pibes que están ahora, que todas estas exposiciones
y cuando publiquemos esto, el destinatario que tienen, que están pensadas para
un pibe de ahora. Para que un pibe de ahora escuche a los que son grandes,
hablando de cuando eran pibes. Y me parece que el mensaje que es más importante
de esto, es que un tipo que está en arquitectura tiene que encontrar dónde está
el gusto de hacer lo que está haciendo, porque si no le encuentra el gusto, es
inútil enseñarle cosas. El tipo tendrá dos o tres años de “a ver cómo es la
cosa”, pero si un tipo es opaco, le da lo mismo eso que cualquier otra cosa, yo
le aconsejo que busque rápidamente qué hacer, porque si no le encuentra gusto…
Hay tipos que sufren seis años, aprueban con 4, que están desesperados…
AP: Si pero en general
hacen otra cosa o se dedican a otra actividad.
JMV: Le
sirve indirectamente. Hay una exposición que yo quiero hacer, la tengo en
carpeta, que son los tipos que se recibieron de arquitectos, y que por ejemplo
hicieron pintura, hay montones. García Uriburu, Benedit, Horacio Zabala, hay
una colección. Los que eran músicos están por empezar Gerardo Masana que fundó
Les Luthiers, y Acher que era ayudante de Caños, Acher renuncio en el 66 con
nosotros.
AP: Sí Acher es
arquitecto, o estudiaba
JMV: Y hay
alguien que cuenta los esquicios que hacía. Hacía 2 esquicios, uno en serio y
otro en joda, y yo quiero conseguir esos esquicios en joda relatados por Acher
AP: Está Acher, vive por
Belgrano, lo encontraste? Porque yo se que vivía en Belgrano, me acuerdo de la
casa
JMV: El
tipo tenía una memoria que era fantástica. Que en arquitectura es conveniente
usar pocos materiales, pero por lo menos hay que usar uno. Entonces hacía un
proyecto todo en cartón para una cancha de golf en un lugar para que el cadi
pusiera las cosas, lo dibujaba y presentaba el esquicio que le pedían y otro. O
sea lo que él hacía con la música lo proponía con la arquitectura, y no está
nada errado enfocar por ese lado las cosas, hacer un poco de juego en la
arquitectura.
AP: Bueno yo siempre
digo, porque en realidad lo he hecho muchas veces. Yo no sé si será esto que
vos decís de la elección de los tipos que fuiste eligiendo, porque la selección
pasa por ahí con la afinidad con uno, pero yo creo que de alguna forma u otra,
yo sigo ligado a algunos que cada tanto me encuentro, que han hecho sus
carreras en otros lugares, cuando digo otros lugares es por ejemplo Morón, no
es que están en Europa.
JMV: Hay
una barra de Morón aquí.
AP: Bueno, Siroli es de
Morón.
JMV: Y hay
otro que se llama Micieli que está en Moreno.
AP: Bueno, por eso, yo
el otro día hablaba con uno y es más o menos lo mismo, lo que cambian son los
temas, los tamaños de los proyectos. Pero la verdad es que a todos nos mueve
una misma ilusión. Yo siempre digo que nosotros somos tipos que nos garpan
por jugar. Hacemos maquetitas, hacemos dibujitos. Porque todo empieza así,
después no, te ponés el traje más serio, y ya hacés unos planos sesudos,
estudiás, etc., vas a las obras y discutís, hacés memorandums, o sea ahí ya
parecés un empresario. O parecés un escribano cuando hacés las memorias, o
parecés un economista cuando reflexionás acerca de cómo debe ser el desarrollo
y el plan de la obra, etcétera, etcétera. Pero en la fase creativa, digamos en
el momento en donde uno necesita meterle ilusión. Nosotros somos unos ilusos
básicamente. Son muy pocos los tipos que podría decir que conozco que son
ricos. Cuando digo ricos, es un tipo que comparás con un empresario. Incluso
aquellos que tienen un perfil empresarial de la arquitectura, comparados con
otros. Podés decir que tienen un buen pasar, yo he vivido bien, nosotros somos
gente con una posición más o menos cómoda, pero no somos ricos, o sea hoy no
podríamos dejar de trabajar. Rico sería si yo hoy a los sesenta años dijera,
bueno yo hoy puedo dejar de laburar, no laburo más, chau. Tengo algunos amigos,
que son tipos o dedicados a la informática, a la economía, a la administración
de negocios, abogados que están alrededor de mi edad, y ellos pueden dejar de
trabajar. Ellos podrían dejar de trabajar y no trabajar más.
JMV: La
carrera de Arquitectura hubo un momento que yo pensé que la iba a dejar en
tercer año, y sabés por qué era, por el fútbol. Tenía mucho éxito en el fútbol,
me querían hacer firmar, estaba en la AFA, y no sé qué, y yo dije no, el fútbol
me va a durar diez años, en cambio arquitectura...
AP: Me va a durar toda
la vida, era al revés...
JMV:
Entonces dejé el fútbol.
AP: Y por ahí la
realidad hubiera sido al revés, en esos diez años del fútbol hubieras juntado
una guita que después te hubiera permitido...
JMV: A mi
vieja la paraban en el barrio, y le decían, ¿pero Juancito no va a jugar más al
fútbol?
AP: Yo me acuerdo.
JMV: Era
como que hubiera hecho una traición al barrio.
AP: Vos viste que los
hijos de nuestros amigos ya se lo plantean de otra forma, se dieron cuenta que
la seguridad se la puede llegar a dar el fútbol, y las otras cosas las dejaron
para un segundo… Tenemos un ejemplo entre los participantes.
JMV: Sorin
a los doce años, le dijo: mirá, no me inscribas en el Buenos Aires, que yo voy
a ser jugador de fútbol, y lo inscribieron en el Avellaneda.
AP: Claro, podría haber
sido como mis hijas un buen alumno del colegio Buenos Aires, tenía el perfil.
JMV: La
hermana de Juampi es Física, en un momento se puso a jugar al fútbol femenino.
Y ahora está en Boston, está en la Física pura. Es una Física de primera,
trabajó en Suecia. Y bueno Juampi en los asados del Taller, era chiquitito y yo
jugaba con él las jugadas del barrio, todas las cosas las hacíamos mientras
esperábamos el asado a un costado. Y me llamó la atención que yo le enseñé una
jugada que se hacía antes que se enganchaba la pelota, y después se quedó una
hora repitiéndola, era chiquitito, porque con Jaime hace veinte años que
trabajamos y él tiene veintiocho.
AP: Las cosas son distintas,
hoy seguramente si se repitiera la historia, por ahí vos elegirías el fútbol, y
no abandonarías la arquitectura, pero sería como una actividad secundaria.
Pensarías, bueno yo en diez años podría llegar a jugar en La Juventus, juego en
el Inter o me pasan al Manchester, me junto 5 ó 6 millones de mangos, y con
treinta y dos años como Almeida, perfectamente puede estudiar arquitectura. O
sea Almeida puede ir ahora a la Facultad de Arquitectura, recibirse a los
treinta y cinco, y dedicarse a la parte del juego de la arquitectura. A los
treinta y cinco años hoy estás esplendido, porque no sos un viejo, hoy a esa
edad es más está maduro el tipo, ya sabe de la vida, las materias seguro que ya
las hace con mucho más agilidad porque conoce mundo. Cuando vea las figuritas
que le muestran en Historia ya pasó por ahí, porque las vio, porque estuvo en
una concentración en un hotel. Bueno hoy sería diferente. Yo cuando viví en
España trabajé con un tipo que tenía muchísimo trabajo, mucho, mucho, cosas
grandes. Y él tenía por ejemplo una estructura. Su Estudio, le alquilaba al
papá que también era arquitecto, como vos, te acordás que tenías el Estudio en
la casa de tu vieja?. Bueno, este tenía el Estudio en la planta baja del viejo,
en el barrio Del Viso, un barrio muy fino de Madrid, pero el viejo se había
retirado, y hubo un momento en donde la guita no le alcanzaba, entonces le
alquilaba la planta baja al hijo, y con eso el tipo se sostenía. Y el hijo que
era un profesional bueno, un tipo con
mucho trabajo, que la hermana, y esto me hace también acordar a vos, era la
secretaria, trabajaba de secretaria de él. Me decía: y yo qué sé, Augusto,
rico no soy, soy como un señorito, porque era un chico bacán de una familia
buena, una familia reconocida, tenía el Estudio en un barrio fino. Lo que te
decía era esto, que este tipo con el que yo laburaba, que yo lo veía así como
un tipo con muchísimo trabajo, él fue el que me dijo: yo lo que tengo es un
buen pasar, porque ricos, ricos, son los abogados. Yo me acuerdo que
siempre ponía de ejemplo a los abogados. Y me decía: yo, ya ves, le alquilo
el Estudio a mi padre, vivo en una casa por acá, tengo una muchacha, o sea una
chica que trabajaba en su casa, y tengo una casita de veraneo y un barquito,
eso es todo lo que tengo, y eso no es ser rico, o sea no puedo dejar de
trabajar. En definitiva si vos mirás más o menos, todo el mundo tiene eso.
¿Qué tiene? tiene una casa, puede tener una casa de fin de semana o de veraneo,
puede tener un auto más o menos divertido, pero no mucho más que eso. Hay
algunos que por ahí sí, pero son muy pocos. Y yo creo que tiene que ver con
esta cosa un poco ingenua que tenemos, ¿no? Porque yo veo que todos somos
medios giles, o sea tomamos mucho riesgo, no nos pagan en función al riesgo que
tomamos, y le ponemos ilusión. Los concursos, una cosa como los concursos que
participan 300 tipos haciendo un concurso por un premio de 30.000 pesos, que no
te vincula a nada. Y el premio son 10.000, 30.000 pesos y resulta que de esos
trescientos que participaron, se gastaron 1.000 pesos en la entrega, y resulta
que la entrega multiplicada por 300 tipos, te da un número que supera muchísimo
más que el premio. Sería más piola hacer una especie de polla. Todos ponemos
guita y sorteamos, y el que gana se lleva la guita. Y en lugar de concursos, lo
que deberíamos hacer es bolsas de sorteo de guita.
JMV: Ahora
hay una cosa que aparece en muchos de los cuentos, es que la arquitectura acá
en Buenos Aires, se aprende, en la Facultad hay una libertad, un intercambio.
Pero hay estudios, hay concursos, hay un ambiente. Muchos citan, por ejemplo,
estudios referentes, Moscato-Schere empezaron con Antonini.
AP: Sí, pero aprendés a
trabajar, aprendés el oficio. Pero a pensar aprendés en la Facultad. No creo
que ningún Estudio te enseñe. Porque la verdad, yo trabajé en varios
Estudios, yo aprendí un montón, pero
aprendí del oficio. Pero ningún tipo te dedica tiempo, ningún tipo con el que
laburás te dedica tiempo para enseñarte a pensar. Es más, iría contra la
naturaleza del hombre, porque sería avivar un gil, qué se yo, no sé cómo es. Sí
te enseña los detalles de los baños, aprendés un montón de cosas, porque estás
laburando. Porque está trabajando para un señor, que de alguna manera el
intercambio que estás produciendo es que te transmite un conocimiento, que es
el conocimiento del oficio. Te transmite conocimiento pero no te enseña a
pensar.
JMV: Y en
la Facultad, de quién te acordás vos?
AP: A mi me tocó una
Facultad mala. Yo empecé en el ‘65, hice Introducción con Ibarlucía y con
Baudizzone. Y después dejé, y luego volví a retomar. Yo empecé en el ‘65 y
retomé después en el ‘67. Fue el golpe de Ongania. Hice solamente Visión. Ahí
es donde la menciono a Mabel Fernández, que fue cuando me tentaron con la
televisión, y Mabel Fernández me convenció de que no dejara la Facultad, por lo
menos terminar una materia mientras superaba mi crisis existencial. Y yo se lo
agradezco, Mabel Fernández no debe saber ni quién soy yo, y mucho menos se debe
acordar de esto, pero yo si me acuerdo de ella, porque para mi fue importante
por eso, porque me convenció de que no dejara la Facultad, que siguiera ligado
aunque sea con una materia. Con Ibarlucía hice Introducción, y estaba Togneri
que daba charlas. Después cursé con Coire, que no me acuerdo mucho de Coire
como personaje, creo que hice dos años con él, el segundo año fui bastante
infeliz. Vos y yo en esa época teníamos
con Osvaldo el Estudio, y con Estela Acuña, ¿te acordás? Y yo me acuerdo que
trabajábamos con vos y con Lito Rosenfeld, en la Plata en el concurso del
Jockey Club. Y después yo iba y venía de La Plata.
JMV: Y acá
había un Congreso Internacional que yo me lo perdí todo porque estuve ahí.
AP: Bueno porque íbamos
a La Plata, y a mi me dejaron libre, y tuve que dar libre Arquitectura. Nos
habíamos mudado a Guise, te acordás Guise Cueves. Primero estábamos en la calle
Santa Fe, con las chicas, con Betty Dichter, con la Kaufman, con Vicky Chamó,
con Eva Binder.
JMV:
Estábamos haciendo Aqueloo, en Longchamps.
AP: Efectivamente y
fuimos cuando se inauguró, que estaba Rodolfo Livingston, su hermana, que tenía
un novio juez y era medio patovica, ¿vos te acordás?
JMV: Y
Mónica que era la mujer de Rodolfo en esa época.
AP: Mónica Müller, que
había sido amiga mía de la época del colegio secundario. Claro, yo me la
reencontré ahí, es como que la vida es circular.
JMV: Y vos
hiciste competir unas perspectivas de la primera parte de la Clínica
Colegiales, que ahora tiene 7.000 m2
AP: Sí, pasé la otra
vez, y me causó mucha gracia porque me acordaba de todo eso.
JMV: Y
Petrina dibujó una mujer con un sombrero, en la parada.
AP: Petrina yo lo
menciono también, porque Petrina; Diana Saiegh y Cacho Soler fueron las tres primeras
personas que yo conocí en la Facultad. Con
Diana seguimos siendo entrañables amigos, casi como hermanos. Y a Cacho lo veo también
con frecuencia.
JMV: Y una
cosa que preguntamos también en estas entrevistas, personajes o arquitectos o
arquitectura, referentes que ustedes vieran como focos, que iluminaban o no
habían ninguno
AP: ¿Cuando
estudiábamos? Y, para mi Le Corbusier. Y después lo comprobé, hoy hay muchísima
más información, hoy es todo bárbaro, todo distinto. Pero antes mirábamos una
revista de vez en cuando, L'Architecture d'Aujourd'hui, el Architectural
Review esas eran las revistas que me acuerdo que uno tenía y los libros. Yo
creo que había mucha más presencia de los libros, por eso te digo, la Facultad
es lo que te ayudaba a pensar, porque tenías como referencia la conversación y
los libros. Uno establece un vínculo con los libros que es distinto al que se
establece con las revistas, hoy hay mucha información gráfica. Hoy cuando vos
ves los proyectos tienen una referencia a la gráfica, más que al contenido
conceptual. Y en cambio nosotros como no teníamos tanta gráfica y leíamos los
libros, y con el ayudante lo que hacías, de alguna manera, y con tus
compañeros, debatías un poco sobre lo que leías. La lectura te lleva al manejo
de la abstracción, del pensamiento, de la reflexión, y ahí vos tomabas un poco
de partido, y había algunas líneas. Los tipos que les gustaba Mies, los tipos
que les gustaban otros. A mi me gustaba Le Corbusier. Yo en el año ‘77, porque
nunca había salido más allá del Uruguay, voy a Paris a ver a un amigo mío, un
compañero mío que vive en Paris, que es arquitecto también. Y él medio también
recién llegado, y me dice: cerca de mi casa hay un edificio que yo no sé qué
es, pero estoy seguro que vos sabés y te debe gustar, y me lleva y me
muestra el edificio del Ejercito de Salvación de Le Corbusier, a mi me dio una
emoción, que te digo que no sé si me emocioné así alguna vez. Pude haber otras
emociones, pero emociones ligadas a la arquitectura como esa, yo no recuerdo.
Porque yo no hice todo el peregrinaje de la obra de Le Corbusier, como hizo Roly Schere por ejemplo. Y conocía
muchas de las obras de Le Corbusier porque nos juntábamos a mirar las
diapositivas de Roly, que debe tener como tres cassettes de fotos. Yo tengo
esos recuerdos, con Roly, con Moscato, con Copello, nos juntábamos y veíamos
eso, él nos mostraba eso. Y bueno, hablábamos de esas cosas, y fijate que con
Moscato un poco nos juntaba eso, uno se reencuadraba con eso. En definitiva a
mi qué me pasaba con esta cosa que yo digo de la reflexión, y era el entender
que era una arquitectura de masa, no era una arquitectura que fuera asi porque
me iba a mi, sino porque me daba la impresión de que iba más con el lugar en
donde uno vivía. La otra vez yo participé en una mesa redonda, con el tema de
los Muros Cortina, el Courtain Wall, de la industria del aluminio. Y los tipos
te dicen que hoy tecnológicamente en la Argentina se podría desarrollar
cualquier cosa, pero claro se necesita muchísimo dinero, y en general cuando
vos ves las obras que hay, nuestras obras que remedan, salvo las que se
hicieron en un periodo del uno a uno, donde se pudieron aplicar recursos
equivalentes, en general acá no hay recursos económicos para encarar obras asi.
El Muro Cortina más caro que se ha hecho en la Argentina es el del Banco
República que costó 650 dólares el metro cuadrado. Entonces en Europa nadie se le ocurre pensar
en un Muro Cortina cuyo piso de costo es menor a 1.100 dólares. Quiere decir
que estás laburando con una tecnología que va para arriba, entonces claro aquí
en los Muros Cortina entra agua, en Europa no entra, porque la diferencia está
en que hay 500 dólares de diferencia por metro cuadrado, eso hace que no entre
agua, que no vibren, que resuelvan mejor el problema de la incidencia del sol.
Más allá de eso que te dicen que el medio ambiente hoy se resuelve
tecnológicamente, no es así. Es así si tenés plata, pero como te van a dar
3.000 dólares para pagar el metro cuadrado?. Nosotros hemos hecho alguna
incursión en otras cosas con un poco más de tecnología y todo eso. Yo
personalmente subscribía a esta cosa de una arquitectura más de masa, más de
ventana, no porque fuera una decisión puramente estética, era porque era una
realidad con la cual ibas a poder trabajar con mejor desempeño. El hormigón por
ejemplo, es un recurso maravilloso que siempre que podemos nosotros lo usamos,
porque la verdad es que es un material que acá se puede usar bien. Si vos te
ponés a pensar en este tema de ventanas, de hormigón, qué mejor maestro que Le
Corbusier, ¿no? por ahí miré algunos
otros en algún momento, Rudoph, porque yo me acuerdo esos tipos existían, tipos
que trabajaban el hormigón, pero ellos no me gustaban. Y yo cuando fui a hacer
la peregrinación en Chicago a ver los edificios de Mies, no me gustaron. Elegí
bien, elegí bien. Y elegí sin ver nada, porque vos te acordás los libros traían
una foto, una planta, sabíamos la planta. Hoy yo no sé si saben la planta, pero
un pibe hoy por Internet puede ver y sacar todas las fotos que quiera, y
agarrás una revista y las plantas están, pero lo que más te encandilan son las
fotos. La Croquis tiene un fotógrafo maravilloso, hace que todo sea más lindo
que la realidad, y no siempre la lectura de los planos es tan clara. Y es eso
lo que yo creo que sí ha dado la Facultad. La Facultad a mi me dio la
posibilidad de pensar, de pensar la arquitectura.
2 comentarios:
Me gusta poder apreciar el trabajo de distintos arquitectos de la Argentina. Me interesa poder conseguir lindos Alquileres en Buenos Aires para poder alojarme cuando vaya allí de vacaciones, y que su infraestructura sea imponente. Por eso siempre que me entero que hay un nuevo proyecto arquitectónico, trato de averiguar al respecto
sin querer ser desagradable, como se puede hablar de la época de los 60 al 80 sin hablar de la represión, de las discusiones
intensas sobre lo que pasaba en el pais,entre otros estudios que pensaban, no estaría también Gramatica y cía?
a mi modo de ver el estudio Erbin y cia
dejo proyectos de gran calidad (concurso del auditorio...) bueno, no se trata de hacer un revaival pesado, porque la época fue muy intensa
por otra parte, la cantidad importante de víctimas de la FAU UBA muestra que limitar el dialogo a la cosa personal es un poco corto....
de todas maneras me encanta leer estas entrevistas
abrazos
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