Lugar y fecha: Buenos Aires, 23 de agosto de
2004
Fecha de ingreso a la FADU: 1960
Fecha de Egreso de la FADU:
Yo alumno - Yo arquitecto
Juan Molina y Vedia (JMV): Las entrevistas tienen tres disparadores o preguntas. El
primero es “yo alumno”. El segundo es “tu caja de herramientas”; y a qué le llamás caja de herramientas, las
de oficio y las teóricas. Las herramientas concretas del oficio de arquitectura
que en parte es manual, en aquélla época. Si ponemos una mesa con instrumentos
de esa época, tu regla T, tiralíneas, y aparatitos para hacer formas. Y si
alguien tiene una foto de los estudios que hubo, lo que yo llamo los nidos.
Cada uno tiene un nido, que es lugar donde se producen las ideas. Bueno y si
podemos tener algunas fotos y reconstruir eso, dejaríamos el mensaje a la gente
para que se busque sus nidos y sus maneras de hacer y sus cajas de herramientas.
Y la computadora va a formar parte de eso.
Y el
último punto son obras de ustedes que elijan…
Entonces
sería:
Yo
alumno
Caja de
herramientas y
Obras
Miguel
Baudizzone (MB): Yo
tengo la época de alumno de La
Facultad, como una época muy presente…
Sandra Méndez Mosquera (SMM): Perdón en qué año entraste?
MB: Yo entré diciembre
del 59 comienzos del 60. Hicimos el curso de ingreso del verano 59-60. Yo venía
de un colegio secundario que para mi fue difícil en el sentido de muy difícil
insertarme, porque lo hice en el Nacional Sarmiento; que era una extraña mezcla
entre un colegio “nido de nazis” y fascistas; y por otro lado tipos
progresistas. Era un colegio dividido en dos mundos, con algunos profesores
posibles, pero en general con una gran mediocridad, y con una gran tensión que
me costó mucho recorrer…
Empecé entonces La Universidad y fue como
una situación muy rara, porque entre otras cosas por sorteo, empecé a ir a la
noche. Y entré muy chico a La
Facultad, tenía dieciséis años, por eso ahora puedo tener
cuarenta años de profesión.
Yo había dado grados libres porque mi familia
no quería que yo estuviera en la escuela primaria peronista, que había que
escribir tantas veces “la razón de mi vida”.
Mi primer impacto fue ir a La Facultad de noche y
descubrir el mundo de la actividad nocturna, no de la diversión nocturna, y yo
creo que eso fue un impacto muy grande, con algunos tipos interesantes. El
curso estaba a cargo de Pando y de varios tipos interesantes como Ottonello.
JMV: El
gordo Ottonello aparece en todas las entrevistas…
MB: Es que fue un
personaje, gracias a él creo que toda nuestra generación supo cosmografía, es
una materia que se disolvió en la noche de los tiempos…
Vos te acordás que buscaba la pendeja más
linda de la clase, y la hacía pasar…”usted es el sol”, y “yo soy la tierra”, y
después buscaba a otro y… “usted es la luna”…
Después en matemáticas 1, que logaritmo, que derivada,
pero esas clases eran extraordinarias. Como topografía, es otra materia que se
disolvió. No te digo que tuviera sentido manejar un nivel como, te acordás que
nos hacían aprender. La lectura del plano con volumen realmente venía de eso.
Bueno la cuestión es que empecé primer año,
logré pasar a la mañana. Yo creo que la facultad tenía una cosa extraordinaria
de efervescencia, de multiplicidad de opiniones, de multiplicidad de oferta,
que realmente no tenían los colegios secundarios, no sólo el mío sino que
ninguno.
Entonces empecé cursando con Ibarlucía y
también dentro de esa multiplicidad, creo que uno de los factores fundamentales
es que yo nunca supe, ni sé por qué estudié arquitectura. ¿Viste que alguno
siempre sabe? …Yo nunca supe por qué estudié arquitectura, lo pensé muchas
veces…sería para poner orden, porque la nuestra es una profesión de orden,
dentro de un desorden total que uno tiene bajo el pelo, digamos…
JMV: Es
como el orden de Descartes, que empieza a escribir El discurso del Método
diciendo que la época es tan despelotada, y está todo tan mal, en la época en
la que él vive, que resuelve a poner un poco de orden y escribe el Discurso del
Método. Pero cuando lo escribe, él forma parte de una guerra interminable; que
está en los cuarteles. Está de soldado, lo escribe de soldado…
MB: Ah eso no lo sabía…
JMV: Sí, no
lo escribe en un gabinete, y tiene un prólogo en donde explica que no soporta
el caos en donde está metido. Eso es una cosa que muchos ignoran de Descartes,
y que confunden el orden de una cosa que nace de la nada. Y el sentido del
orden nace de la conciencia del desorden. Sino a nadie se la va ocurrir ordenar
algo, si no ve que hay un despelote adentro de él o alrededor
MB: La arquitectura
tiene un orden clarísimo que no pasa por las reglas del neoclacisismo, pasa
porque si no hacés primero las bases y las columnas, el edificio se cae. Hay un
orden físico. Creo que ese fue un impacto fascinante, y dentro de esa
pluralidad, creo que había elementos, como sigue habiendo hoy, como ha habido
siempre absolutamente negativos. Yo tuve un ayudante, que después fue profesor
de esta alta casa de estudios…, que por ejemplo me escribió con “flowmaster”: “vayase a ingeniería” en el primer
cuatrimestre, y me puso 1 ó 2. Y creo que ahí vino un segundo ingrediente que a
mi me afloró en ese momento y creo que es común a todo un grupo nuestro, que es
cierta terquedad. Y creo que los arquitectos tenemos que ser tercos. Si querés
llamalo perseverantes, más delicado. Pero si no era perseverante Clorindo, cómo
terminaba la Biblioteca Nacional
veinticinco años después.
Entonces yo pienso que, poder sobreponerme al
“hijoputismo” de este tipo, que además realmente era un mediocre total, y que
ascendió gracias al proceso.
Y lo dramático del caso es que a mi eso me
dejó muy marcado, y lo que me impresiona
es cómo hay docentes de mi Cátedra, y de toda La Facultad, que siguen
diciendo cosas así. Aunque parezca increíble, más grosero o más delicado. Pero
el mensaje así, de creerse que podés dictaminar sobre el futuro de una persona,
es terrible, pero es mucho más frecuente de lo que uno supone.
Bueno yo creo que esa fue una segunda marca
importante, mezclado con la incomprensión. Yo no entendía por qué teníamos, que
durante el primer cuatrimestre, primero dibujar un árbol, después dos árboles,
después tres árboles, y descubrir que los tres árboles determinaban un espacio.
JMV: Había
unos cursos de Introducción a la Arquitectura, que les hacían dibujar un tornillo
con un 6B, y después de quince días que el tipo no podía, decían bueno con el
6B no, hay que elegir un 3H. Creían que para enseñarle algo a alguien, ese era
un procedimiento.
MB: Bueno yo creo que,
este caso no era así por el absurdo, sino era por un procedimiento de suponer
que las ciencias eran todo, y que había que proceder a la manera de las
ciencias, yendo del análisis a la síntesis, de lo general a lo particular; y la
arquitectura no funciona por análisis, funciona por síntesis. Y ese ejercicio
interminable, que después que terminabas de dibujar los tres árboles, que
además a mi me costaba muchísimo, tenía tantas hojas…por eso me pusieron 1
además; tenía que descubrir cómo se movía el sol, y el usuario, y todo eso que
no tiene nada que ver con la arquitectura.
JMV: Yo no
estaba acá, estaba en El Chaco, y me acuerdo un tipo que estaba proyectando un
kiosco, y tenía la medida de los billetes para diseñar el cajón. O había algún
libro sobre cuánto camino recorría una persona en una cocina, y yo un día le
dije a Bocha Torres, “pero oíme ustedes se olvidaron de los brazos”. Eran tan
científicos equivocados. Resolvían todo con un diagrama, se olvidaban del largo
del brazo, de los movimientos, no les interesaba…
MB: no pensaban en el espacio…
JMV: en la
realidad no, era una abstracción espectacular.
MB: Bueno ese primer
año, fue un año de incertidumbre y de supervivencia, yo creo que por otro lado servía
para mostrar este tema de multioferta de La Facultad. Y por otro
lado ibas empezando a descubrir gente en común, empezabas a cruzarte en los
colectivos, empezabas a cruzarte en los pasillos, etc., en una facultad chica
como era aquella, allá en Independencia cursábamos. Composición 1, que antes se
llamaba Introducción a la
Arquitectura, y después Composición 1, también era
horizontal, fue un curso que también tenía algunos elementos en común con eso
hasta entrar al taller. Yo creo que allí es en realidad cuando empieza la
facultad de toda nuestra generación, como que lo otro fue una especie de gran
curso introductorio, muy útil, muy proveedor de cosas.
La cuestión es que empezamos el taller;
Manolo acababa de llegar de Rosario. Y los tres adjuntos eran Leiro, Soto y
Solsona, con lo cual era un equipo de primera; y éramos cien, ciento cincuenta
alumnos. Y yo creo que todo el proceso de formación del taller estuvo signado
por varias cosas. Primero la personalidad de Manolo y su discurso, y segundo la
creación de equipos entre los compañeros; en definitiva yo pienso que muchos
que los que después como estudio seguimos perdurando nos formamos allí.
Nuestra generación tuvo una oportunidad, por
un lado por el hecho de los concursos. En el gobierno de Ilía de los sesenta y
tantos se hicieron muchísimos, y todos hacíamos concursos. Y ese espíritu, que
yo creo que había un momento de mucha confianza en el ejercicio de la profesión.
Yo nunca dudé que iba a trabajar como arquitecto, yo nunca dudé que iba a comer
de mi trabajo de arquitecto.
SMM: Era
otro momento
MB: Era otro momento.
Pero además era otro momento no sólo en el sentido de la economía del país.
Sino que era otro momento en la formación individual. Tenías muchas más
certezas, y tenías muchas menos opciones.
Ahora los chicos pueden elegir entre
quinientas opciones Nosotros teníamos menos, era médico, abogado, contador,
arquitecto, ingeniero, dentista y bioquímico. Ahora hay infinitos matices,
pensá solamente las carreras que te ofrece esta facultad. Y en ese sentido era
un mundo de muchas más certezas interiores. Que te iba a ir bien, que para
sacar una buena nota tenías que hacer un esfuerzo grande, que era que lo que
esperaba la familia, que había que hacerlo y chau. Y en definitiva todo esto no
es lo mismo. Y yo creo por eso nuestra generación, todo ese grupo, yo diría,
todos tuvimos trabajo. De ese grupo, en definitiva los que habrán pasado por
acá o no, fueran de la mañana, fueran alumnos de Casares, fueran alumnos de
Elis, fueran alumnos de Odilia, fueran alumnos de Manolo, fueran alumnos de
quién fuera, todos tuvimos laburo. Más, menos, se fueron, se quedaron.
JMV: En la
estadística está, en la década del cincuenta se graduaron mil, y en la década
del sesenta son dos mil. Pero cuando hicimos la lista para invitar a todos,
descubrimos que esta generación de la que estamos hablando ahora tiene un peso
relativo enormemente superior a cualquier otra de antes y de después. Hay un
tema para desarrollar acerca del momento en que la arquitectura moderna entra
en la facultad con pie firme, por que en la época de Álvarez o de Testa, tenían
que buscarla afuera de la facultad. La facultad seguía siendo como en 1915.
MB: el taller de Álvarez,
no Mario Roberto
JMV: Raúl
J. Álvarez, el que hizo la
Mecánica de La
Armada, es un arquitecto mendocino que fue mi profesor. Es
decir, que el neoclacisismo de Karman y Biraninod,
empieza en el año 15 y termina en el año 50. Karman se retira en el 43 pero
siguen y ustedes son…
MB: la primera gran
camada. Yo te diría que los recibidos en el 68-69 pertenecen a otro grupo.
Porque la “Noche de los Bastones Largos” marca un quiebre.
MB: Y vos pensá, que yo
creo que por ejemplo, que una de las crisis de la facultad es la falta de
adjuntos. Por un lado hay un movimiento de adjuntos que viene presionando para
que los titulares desde que se jubilan dejen los talleres. Pero resulta que hay
un vacío por múltiples razones. Es reduccionista suponer que esto se debe
únicamente al proceso, es mucho más complejo.
Bueno, la cuestión es que ese taller tuvo una
marca importante en nuestra formación y en ese sentido mucho ya te lo debe
haber dicho Lestard, tiene que ser muy reiterativo de lo que yo pueda decir. Yo
creo que por un lado se dio una situación paradojal. Por un lado el discurso de
Manolo de la chapa, el ladrillo y la madera, fue una impronta constructiva que
marcó nuestra profesión. Por otro lado una mirada en Stirling y Archigram, y en
el mundo de ideas diferentes que te ponía en colisión con eso. Y al mismo
tiempo un discurso totalmente diferente como el de Leyro hablando de Alvar
Aalto. Entonces esa especie de extraña melange, yo creo que produjo nuestra
generación. De la misma manera que, suponete Jorge Silvetti cursaba con Odilia
Suárez. Pero Odilia, que dominó y ml los concursos d los 60 y 70, tenía un adjunto interesante, era Bucho
Baliero. Entonces cuando Bucho daba clases, Silvetti nos avisaba e íbamos a la
mañana a escucharlo. Como escuchábamos mucho las teóricas de Aisemberg que era
un tipo fascinante
JMV:
Aisemberg es uno de los primeros tipos que participó del primer número de Summa
MB: Yo creo que todas estas
contradicciones, la multiplicidad de ideas, de opiniones, tiene varias
ventajas. Una de las cuales es que vos no tenías más remedio que hacerte tu
propia opinión. Lo escuchabas a Solsona, que estaba en período esmóstico, lo
escuchabas a Soto hablar de lecorbusionarismo, y lo escuchabas a Leyro hablar
de Aalto, se te retorcía la cabeza. Era interesantísimo para terminar copiándose
de Stirling, que era lo que hacíamos. Pero vale la pena pensar por qué nos
copiábamos, y yo pienso que lo que nos decía Stirling a todos nosotros era esa
cosa fascinante de la construcción de un lenguaje, pero construcción en un
múltiple sentido. Era un tipo que armaba su arquitectura con la luz, con los
grandes espacios, pero básicamente con la tecnología, sobre todo en la primera
etapa cuando él hace sus edificios realmente con acero, vidrio y ladrillo. Con
lo cual era una versión totalmente diferente del discurso de Manolo, pero al
mismo tiempo con un cruzamiento de ideas en común. Y era distinto a aquél
discurso de Solsona pero tenía también esas grandes cartas. Y era distinto al
de Alvar Aalto, pero tomaba el tema de la luz como constructor. Entonces yo
creo que Stirling tiene ese valor, él hacía sus propios resúmenes. Nosotros,
creo que lo adoptábamos un poco ingenuamente y un poco literalmente. Pero creo
que más allá de la fascinación de un movimiento crítico sobre el CIAM, un
movimiento crítico sobre el lecorbusieranismo, había gente que suministraba
texto, digamos a todo eso. Y yo creo que la facultad tuvo ese valor contradictorio,
movilizador, de formación de grupo, etc. Entonces yo pienso que cada grupo tuvo
su propio acomodamiento. Nosotros éramos un grupo muy numeroso. El estudio
primero que abrimos en la calle Perú éramos ocho, donde estaban Erbin y Díaz
como más grandes, pero por uno o dos años, que en esa época era como un abismo,
pero también estaban Jorge Silvetti, Rodolfo Machado, Cacho Korn, el Oso Iturrieta…
JMV:
Silvetti y Machado, contestaron a esta convocatoria, van a estar. Silvetti fue
alumno mío en Historia, y no sólo eso sino que yo guardé el trabajo que él
hizo, y hace 1 año se lo di a Becker que se lo dio a Silvetti, se lo devolví
digamos, pero lo tuve durante 30 ó 40 años. Y era un trabajo que no era
cualquiera, era un análisis de la ciudad frente al río de Bonet y la villa del
Bajo Belgrano. Un trabajo extraordinario, con una entrevista a Vivanco, con una
crítica al urbanismo de Bonet. Estudia la línea de los que iban a San Isidro y
cómo hay un cruce entre la Villa
y la vida nocturna de los que viene de San Isidro. Bueno un trabajo
extraordinario. Fue alumno mío de Historia en el año 64.
MB: Nosotros armamos el
Estudio en el año 65, ponele, y ese año habremos alquilado el local de la calle
Belgrano, el estudio que tuvimos durante muchos años. Habremos empezado en el
64 haciendo concursos en la casa de Jorge Erbin en Campos Salles. En el 66 es cuando
Silvetti y Machado. Tony se va a Chile, Silvetti se va a Berkeley y Rodolfo se
va a Paris. Bueno ahí quedamos en el estudio de Belgrano pero éramos menos. Cacho
Korn se va a trabajar con Pirincho Lopatin, Iturrieta se va a vivir a Misiones.
En el 68 nos asociamos con el Pibe Traine, mayor que nosotros y un maestro en
tantas cosas. Toda esa etapa de la facultad, era una especie de extraña tarea
del momento de iniciación. Por un lado porque descubríamos gente muy diferente.
Pensá un tipo como Lestard, nieto de pastor protestante, y él como siempre yo
le digo después de cuarenta años de socios, quinientos años de protestantismo.
Tito Varas que venía de otro grupo de militancia política, de izquierda,
totalmente diferente. Iturrieta, misionero, y que pintaba las ventanas para que
la luz no lo perturbase, dibujaba acostado por ejemplo, tenía un tablero igual
a la cama para poder dibujar acostado. Entonces había una melange de grupos
sociales, de grupos de historias personales de acercamientos a la arquitectura,
yo creo que a todos nosotros nos impregnó y nos golpeó y nos alentó de una
manera fantástica. Yo que venía de una
clase media típica, pero a su vez atípica por ser una familia totalmente
vinculada con todo el mundo intelectual de Buenos Aires, donde eran personajes
frecuentes Martínez Estrada o Cortazar en la cotidiana, en el almuerzo o la
cena, a quienes conocía como personas de carne y hueso. Es decir, cada uno
venía con historias tan diferentes, que miraba al otro maravillado y
sorprendido. Un mundo en que la facultad había muy pocas mujeres Teresita nos alegraba la
vida con sus escotes.
JMV: Y
antes había sido Chunchuna Villafañes. Y había unas kermeses que hacía Moffat.
En fin, había un teatro estaba Masana que creó Le Luthiers, es un egresado de
esa época, y Acher también
MB: Y actuó, no sé si
fue la primera vez, y yo lo fui a escuchar en Exactas, al lado en Perú, ¿te
acordás? que salías y entrabas a Exactas que tenía comedor, mientras que
nuestro Perú nunca tuvo
JMV: Ahí
hicimos un “cese” una huelga en el año 55, nueve meses estuvimos ahí en
Asamblea en Ingeniería discutiendo cómo tenía que ser la Facultad.
MB: Y bueno, creo que
esa multiplicidad de gente, también es fantástica, ¿no? Y por otro lado una
sensación de grupo y de apoyo mutuo, y de sorpresa mutua. Y yo diría que
también la perseverancia tenía una mezcla de soberbia y de autoabastecimiento,
en la cual, si bien hoy que miro a los adolescentes que los tenemos o los
tuvimos en casa porque ya han pasado, te ponen nervioso, a veces. La soberbia
adolescente, pero por otro lado es fantástica, es lo que sostiene un camino
para un futuro. Yo me acuerdo que en una asamblea de las muchísimas que hacíamos,
haberle dicho a Manolo que nosotros éramos verdaderos autodidactas porque ellos
no nos habían enseñado nada. Y yo creo
que si lo miro retrospectivamente por supuesto que era una pelotudez, por otro
lado que suerte, ¿no? Porque era creer, sino no hubiera soportado el
letrero “vayase a estudiar ingeniería”.
Además haber podido sobreponerme a los ejercicios de Visión de Mendez Mosquera,
por ejemplo, que nos hacía hacer los cuadraditos de la gama cromática, yo que
siempre fui muy torpe con las manos, pero la témpera se te escapaba por todos
lados, ¿vos te acordás lo que era la témpera? Un instrumento tan difícil
JMV: Sí
había que degradar un color hasta llegar de una punta a la otra, y después el
otro. Y había un atlas de colores de Villalobos, donde estaban clasificados
todos los colores
SMM: Y él
traía los trabajos de ustedes entonces a mi casa y yo jugaba con la témpera
encima, a mi me fascinaba….. (Risas de todos)
MB: Yo creo que por suerte cuando yo cursé la
facultad no se hacían maquetas porque hubiera quedado sin dedos, o hubiera
abandonado. Logré pasar esos ejercicios de témpera, yo creo por la benevolencia
de tu papá, porque si los hubiera clasificado en serio…Y tenía de ayudante a
Alicia Cassaniga, la mujer de Bullrich. Y en arquitectura tuve de ayudante en
el primer año a Sarita Borthagaray, o sea eran ayudantes conyugales, pero con
talento propio. Y la verdad que la
Facultad cuando uno piensa en sus alumnos no tiene que
olvidarse del sufrimiento que incluyen. Yo creo que la Facultad, fue un proceso
de lucha que incluía mucho sufrimiento. Sufrimiento porque el proyecto no te
salía…
JMV: Y era
una especie de mezcla de sufrimiento con triunfo. No llegabas al triunfo si no
pasabas por el sufrimiento. Es decir que había una noche que vos creías que era
toda una basura lo que tenías y a la mañana te recomponías y volvías a pensarlo
MB: Vos vas a entenderme
si te cuento algo, yo de fútbol no sé nada, se que son once de cada lado y que
hay que patear una pelota redonda y que hay unos rectángulos en donde tiene que
entrar la pelota, y todos gritan gol. Y tengo amigos que son unos fanáticos
absolutos, y un cliente mío fue durante años presidente del Club Nacional del
Uruguay, que viste que están Nacional y Peñarol, bue… es un equipo importante
en Uruguay. Y tienen todo en color blanco, con lo cual el color de las
computadoras de la obra allá en Carrasco son blancas, el tipo es presidente del
directorio de la obra del Carrasco, porque tenemos una oficina ahí. Y la
empresa nos pidió que pusiéramos imágenes del club, qué se yo, toda esa
boludes, y un día, la grúa de las plumas de la obra tiene color amarillo y
negro, como la mayoría de las plumas que yo conozco, que es el color de
Peñarol, que es el otro equipo. Entonces yo un día le digo: “don Roberto, yo creo
que la empresa tiene una actitud agresiva porque han pintado las grúas del
color de su enemigo”; y el viejo se brotó, pero se brotó mal. Lo tuve que
tranquilizar, y decirle: “no, fue una cargada son todas las grúas de ese color”,
y se tranquilizó. Entonces yo para tranquilizar las cosas le digo, la verdad
que lo envidio, que alegría poder tener una descarga a tierra como sentir tanta
pasión por el fútbol. Y él me mira y me dice: “pero sabe como se sufre…” me
pareció extraordinario. Yo creo que la Facultad fue así, que alegría que fue la Facultad y tengo recuerdos
de momentos maravillosos de la vida, de ir a tomar las cervezas hasta la hora
del jopo, en Querandí que a la una nos echaban a patadas, y nos íbamos a la 9
de Julio que quedaba toda la noche abierta. Un momento realmente
extraordinario, pero mucho sufrimiento, no lo digo quejosamente, sino como para
acordarse cuando uno ve a los alumnos tan golpeados, no? Desde que no te salía
el proyecto, yo nunca fui un alumno brillante homogéneo, yo tuve cuatro y diez,
diez y cuatro, cuatro, diez, ocho. Además estabas atravesado por ese desorden
que hablábamos al principio, o sea que no he dejado de tener mi desorden.
JMV: eso
de Descartes te lo voy a buscar porque es interesantísimo. Y lo discutí con
Bonta en un curso preparatorio del año 65, que había que dar el racionalismo y
era una época en que se usaba decir, se explicaba la Historia con una armonía.
El Renacimiento era causa de toda la música entonces daban clases de Barroco
con música barroca, y era todo una especie de cosa armónica, y no advertían que
muchísimas veces, una cosa ocurre por la contraria, una reacción contra el otro
polo, ni se les ocurría eso. Entonces la discusión sobre Descartes fue esa. Y
cuando alguien toma al orden sin haber sentido el peligro del desorden, lo toma
rutinariamente, como un burócrata. Es como que le dijeron que todo es razonable
y él lo aceptó, sin haber vivido lo que vivió Descartes. Y dijo todo problema
complicado, hay que dividirlo en muchos problemas simples para poder
resolverlos de a uno. Ahora la diversidad de la que vos hablás que era de la Facultad, en cierto modo
también es la de Buenos Aires, la de la ciudad.
MB: claro la de la
ciudad, la de la cultura entera
JMV: esta
Facultad está criada por la madre que es la ciudad
MB: Y además pensá, era
una Facultad dividida en tres edificios, Alsina, Perú y el anexo de Perú, e
Independencia.
SMM: ¿Y
cómo era, tenían distintas materias en cada lado?
MB: Claro, primer y
segundo año lo cursabas en Independencia, todos los demás años en Perú, y
algunas materias de Perú las cursabas en el anexo de enfrente. Y cursé
tecnología con Mancasola, los sábados a las dos de la tarde. Te acordás que el
anexo tenía una escalera larguísima
JMV: Sí,
ahí me tocaba con Rodrigo hacer unas especies de esculturas en plomo y vidrio,
que dependían de Antón Gutir Surtijo, y yo estaba haciendo la colimba y se me
caían las cosas. Llegaba y pedía que me dejara pegarlas de nuevo, aprobé
raspando
MB: Yo creo que era el
lugar entonces para el castigo. Porque Mancasola a las dos en punto miraba el
reloj, y empezaba a tomar lista, y claro yo con la B larga tenía que ser de los primeros. Yo me
acuerdo como subía esa escalera siempre…Además teníamos clase en la mañana con
Cervera en “Siberia”, que eran clases interesantes de Historia 1, con lo cual
se hacían interminables, y terminabas a la una y cuarto, una y media, y después
si querías ir a comer aunque fuera una pizza, y claro para llegar a las dos… Si
llegabas a las dos y un minuto te ponía ausente, y era inflexible, y con tres
ausentes te dejaba libre. Y en tecnología que el titular era Castagnino. No nos
engañemos siguen estudiando lo mismo. Claro El Proceso eternizó a los
profesores de las Técnicas. Es un tema gravísimo, donde siguen estudiando por
el mismo manual que usaba yo, que era una edición del Centro de Estudiantes.
Entonces no sólo siguen hablando de cosas que están totalmente superadas, el
caño de cloaca de cerámico, yo no lo puedo creer. Yo te digo la verdad, yo creo
que uno de los puntos por lo cual los
Decanatos no han podido salir adelante, es porque no han podido
aniquilar a esa manga de canallas.
JMV:
estamos hablando de eso todo el tiempo
MB: Sí pero desde que
volvió la democracia se está hablando de lo mismo. Y lo que pasa es que como
pesan en el claustro de profesores, votan y qué se yo. Y además porque nadie se
quiere hacer cargo de ese muerto, cosa que es falsa porque si salís a buscar
gente, hay gente interesada. Yo creo que habría que intervenirlos y echarlos a
todos por delincuentes y canallas, es una vergüenza, pero bueno. Salvo alguna
honrosa excepción, lo digo conciente de que me pueden hacer un juicio. Bueno yo
creo que en ese momento había profesores fascinantes también en el área de las Técnicas, era complementario de esa diversidad
que pasaba. Fueron profesores míos de Estructuras, Gallo, Curcio, Pedregal, Danon. De Matemáticas Ottonello, la doctora Repetto, o sea gente
que realmente ayudaban a entender realmente cómo funcionaban las estructuras,
no solo hacer el cálculo, el Teorema de Cross. Aparte de dimensionar, que es
una lacra que esta Facultad ha continuado enseñándote a dimensionar, como si
vos en tu perra vida fueras a dimensionar
nada.
JMV: Pero
no te enseñan a dimensionar, sino a verificar un dimensionamiento ya hecho. Lo
que en realidad uno hace, no es dimensionar sino verificar. Porque si no ponés
algo no podés verificar con el sistema que nos enseñaron. Entonces cuando la
estructura no existe, no hay pensamiento posible con ese método. No existe el
diseño de estructura. Existe la verificación de una estructura que ya existe
MB: Por lo cual no
pensaste nada, aplicaste una fórmula. Hace cuarenta años había tipos que tenían
una visión mucho más moderna y mucho más útil
JMV: Y
estaba Gallo, Atilio Gallo
MB: Sí y hacías esos
ejercicios formidables de sostener un ladrillo en el aire con tres palitos.
Gallo lo hacía, en Estructuras I
JMV: Sí, y
Sorondo lo hizo en La Plata. Nos
contó que hizo tres años en La
Plata y tres acá. Es una entrevista distinta a todas las
demás. Además en La Plata
estaba Soto. Que en realidad esta generación está en La Plata, está acá, y después
está en Harvard también, cuando Silvetti se va para allá.
MB: Bueno todos nosotros
éramos ayudantes en La Plata. Bueno
te termino de comentar lo que te decía de las Técnicas. Teníamos cuatro
profesores de Estructuras que me saco el sombrero, Pero en las Tecnológicas el
propio Castagnino, un tipo más restringido en el aspecto conceptual, tenía un
ordenamiento de la enseñanza interesantísimo, por lo menos yo lo recibía a
través de Mancasola que era el que estaba en contacto con nosotros.
JMV: A mi
me tocó Castagnino, e ibamos al laboratorio de ensayo de materiales de
Ingeniería, íbamos a la fábrica de cemento, íbamos a donde se fabricaba todo, la
cal, recorríamos todo
MB: Nosotros no tanto,
pero el ensayo de materiales, la ruptura, todo eso. Y después en las
Instalaciones, yo lo tuve a Alfredo Joselevich,
que más que otra cosa era un gran arquitecto, porque Joselevich más que ser un
profesor de aire acondicionado, fijate los edificios que ha hecho Yo creo que
fue una Facultad extraordinaria, y en las Historias había también cosas interesantísimas,
también interesantes por la contradicción, porque la presencia del viejo
Buschiazzo todavía era fortísima, con lo cual te pasaba que si en Historia 2 te
tocaba el examen Buschiazzo, como le pasó a Tito Varas, le preguntaba los
caminos de peregrinación a Santiago de Compostela y lo hizo puré. Mientras que
a mi me tocó Ramón Echart, y me dijo dibujá una obra de la época de Miguel Ängel, yo
elegí la Biblioteca Laurenciana
justamente, pero la dibujé en planta, corte, y dije qué opinaba de esa
escalera, con lo cual podías hablar conceptualmente de lo que pensabas de una
obra de Arquitectura.
JMV: Ramón Echart
tuvo un taller en La Plata
conmigo y Corona Martínez en esa época, y con Mario Pozo.
MB: Claro que está en
Chile. La cuestión es que si vos te ponés a pensar eran un conjunto de
profesores extraordinarios, inclusive aún con la polémica. Yo me acuerdo que yo
me recibía con Historia 3 me toca Felito Iglesias, y me toca por bolillero Archigram, entonces yo
planteo mi teoría de Archigram, y me pone 9, no 8. Yo creía que había dado un
examen de 10. Si él no estaba de acuerdo con mi teoría de Archigram, era problema
de él. No me acuerdo si terminó poniéndome 9 o negociamos. La verdad es que fue
totalmente anecdótica la nota, pero lo que sí tiene validez, que yo creo que
refleja varias cosas. Primero el apasionamiento tanto de él como el mío,
obviamente, en que podía discutirle a un profesor, mano a mano, está bien yo
estaba a punto de recibirme, pero no importa, discutía mano a mano, qué opinaba
sobre un pensamiento de la
Arquitectura, y el examen no era una presentación.
JMV: Eso
vino después del 56. Ese tema, porque una de las cosas que quisimos fue llegar
a la época contemporánea en Historia. Porque no se llegaba, se terminaba antes
todo, el siglo veinte no existía, era una nube. Y Felito participó de esos 9
meses de cese, yo fui con él a Brasil, a estudiar cuáles eran todos los planes
de estudio de las Facultades de Arquitectura de Brasil. Empezamos en Porto
Alegre y yo terminé en Belo Horizonte, trajimos todo acá y en unas reuniones
pusimos los planes de estudio de todas
esas Facultades.
Había
en el equipo de él, sí, gente que no lo aceptaba. Yo le conté a alguien en
algunas de las entrevistas, que cuando yo di ese tema del Bajo Belgrano, que lo
hizo Silvetti , alguien me denunció a Buschiazzo que yo estaba estudiando la
arquitectura del peronismo, entonces Buschiazzo muy seriamente me llamó a Alsina, y yo tuve
que ir a una reunión con todos los trabajos que se estaban haciendo porque él
me quería interpelar, porque le habían dicho que yo estaba estudiando la
arquitectura del
peronismo. Pero yo me acuerdo que yo le
llevé todos los trabajos, los vió, y se quedó contentísimo con lo que estaba
haciendo. Buschiazzo dijo muchísimas cosas extraordinarias en esos últimos
años, por ejemplo que no quería tomar más examen y escuchar como le repetían Pevsner,
estaba podrido, y les dijo a todos los que estaban con él ahí, pero me parece
que no lo escucharon, o no le llevaron el apunte, “yo no quiero escuchar más
Gideon, ya no aguanto más esta manera de tomar examen. ¿Saben cómo tomaría
examen yo?: le diría al alumno, venga, iría con él dando una vuelta manzana y
hablando de la arquitectura, y cuando yo termino la vuelta a la manzana ya le
pongo la nota”. Eso lo dijo Buschiazzo al final de su carrera, es decir que
después de no haber hecho eso nunca, llegó a esa conclusión porque era un tipo
muy sensato. Y parecía que me iban a echar a mi, y me dejó, entonces Silvetti
hizo todo ese trabajo. Y yo le mostré que había trabajos de peronistas y
antiperonistas, y cada uno ponía lo que pensaba. Ahora todos tenían que mostrar
el barrio Grafa, no podían no ver lo que estaba hecho. Y que se había
construido muchísimo, y que habían techos de tejas pero también monoblocks, que
era más complicado que lo que dijo Bullrich en un librito que publicó en esa
época, que era muy… gorila, digamos. Tomaba un aspecto solo del peronismo y lo
hacía pomada. Y por otro lado otros tomaban solo otro aspecto, y se peleaban.
Buschiazzo me admitió no me echó. Yo fui echado de esa cátedra de Historia en
el 66, no antes.
MB: Cuando vos me
dijiste de encontrarnos, a propósito no pensé nada, sino que me dije vamos a
ver qué sale. Y ahora recapitulo sobre lo que hemos estado conversando.
Por un lado una posibilidad de oferta de
muchas posiciones, de muchos discursos diferentes, cosa que me parece que era
una de las grandes ventajas que esta Facultad sigue teniendo. Segundo una
cuestión de amor por el oficio, en el sentido de valorar, y en ese sentido el
mensaje de Manolo era, digamos, super estructural pero, encontraba raíces, por
algo coincide que había buenos profesores de Técnicas, buenos profesores de
Estructuras, buenos profesores de todo. O sea que no era que había profesores
de Arquitectura y el resto era de cuarta, era homogéneo, y yo creo que todos
nosotros teníamos un desconocimiento del cual hoy sigo sintiendo que hoy
todavía nos queda sobre muchas cuestiones de la tecnología, pero sin embargo un
respeto por la constructibilidad y la materialidad de los edificios que creo
que fue lo que distinguió a nuestra generación. Como tercer punto es que como
reacción a la pluralidad se formaban grupos de trabajo, donde se volvía a
reproducir la pluralidad, pero por otro lado había grupos de trabajo numerosos,
no solamente el nuestro, muchísimos otros grupos. Una pasión por el aprender,
por eso íbamos todos a la biblioteca todos los días, yo entraba a clase siempre
mirando el reloj para ver si tenía tiempo para escaparme a hemeroteca a ver si
habían recibido algo. Yo creo que la aparición de Suma tiene que ver con esa
demanda, no es una cosa que cae extraplanetaria.
SMM: Usabas
la biblioteca.
MB: Todo el día, pero
todos los días.
SMM: Viste
que algunos usaban la biblioteca
MB: Por supuesto, la
biblioteca y la hemeroteca. Estaba en Perú, con lo cual era muy cómodo
JMV: Estaba
Marta Parra, que era una bibliotecaria excepcional
MB: Además la Facultad recibía cosas, y
recibía donaciones de libros viejos, pero estaba subscripta a varias revistas,
etc.
JMV: Y
Nueva Visión fue una revista también importante, salieron nueve números
MB: Y toda la editorial
Nueva Visión, lo que hizo Nueva Visión
con la editorial fue muy importante. Entonces yo creo que esos son elementos
muy importantes que conforman una generación después. Pero hay una quinta pata
de esta mesa, que yo creo que es el vínculo docencia práctica. Yo creo que unas
de las cosas que se produce en el 60, es que el pensamiento teórico es
indisoluble del pensamiento práctico. El grupo Solsona, llamémoslo, y nosotros
JMV: Yo una
cosa que siempre valoré, es que Solsona y ustedes por tener trabajo, no dejaron
el vínculo…
MB: No pero aún antes
que eso, cuando Jujo supera el período “esmóstico”, pero aún en el ese
período también está la conciencia que
la teoría no era un mundo reservado para los teóricos, y cuando uno tenía que
hacer un proyecto no tenía que hacer lo que quería el cliente, sino todo lo
contrario la posibilidad de transformación a través de la acción profesional.
Yo pienso que en ese sentido las torres de Jujo cuando está todavía con Peani
en La Boca, las
famosas tres torres rotantes, son en algún sentido emblemáticas de un cambio de
posición que fue muy importante en nuestra generación.
JMV: Y
muchos lo han defendido en todos lados
MB: Sí pero muchos los
han atacado, por ejemplo Pancho Liernur lo critica mucho a todo eso creyendo
que es una especie de “estar a la moda”, y yo creo que no es estar a la moda,
es descubrir la posibilidad entre un pensamiento teórico y un pensamiento de
acción
JMV: Claro,
porque la gente de los 60 nunca hubiera hecho la mansarda de Constantini
MB: Pero no hubiera
hecho las mansardas que hacía el propio Manolo, mirá la paradoja. Manolo hacía
esas mansardas de tejas, en Coronel Díaz y Juncal por ejemplo. Yo creo que en
ese sentido, no lo digo por criticarlo, sino como que hay un salto adelante de
lo que se llama la Escuela
de Buenos Aires, que junta el pensamiento teórico con la acción proyectual. Y
que yo creo que se da por una serie de razones, pero que termina teniendo como
consecuencia que después todos nosotros nos incorporamos a la docencia. Por eso
yo creo que la docencia es indisoluble de esta situación.
JMV: Y acá
pueden notar eso. Yo estuve en otros lugares, en San Juan, en El Chaco, y una
característica que tenía esto, es que la gente reunía el pensamiento sobre la
arquitectura con hacerla. Es una idea fundamental. Te digo porque ahora hay en
el mundo Doctores en Arquitectura que no han hecho ni una pieza en la azotea de
la casa de la tía, y no les da vergüenza
MB: Pero por supuesto. Te
voy a contar una cosa, Silvetti y Pelli, son Decanos de Harvard y de Yale que
son las dos facultades más prestigiadas, y los dos, cada uno a su escala,
porque Pelli por supuesto tiene otra escala industrial, son tipos que laburan
en su profesión. Como contrapartida te cuento una experiencia, ahora hace menos
de veinte días, me nombraron jurado en Rumania, y fui de jurado a Bucarest. Era
jurado de Proyecto de fin de carrera. Me invita este amigo mío Dan Hanganu, el
rumano que vive en Canadá, un loco de la guerra, que vino muchas veces a dar
clases a mi Cátedra. Él es “el” arquitecto del Canadá francés, ha hecho cuanta
obra se te ocurra, es un tipo realmente genial, y viene todos los años a Buenos
Aires a dar una clase porque le encanta Buenos Aires. La cuestión que ya hacía
como tres años que me invitaba, yo siempre decía que no porque no te pagan
nada. Y ete año me dice: “dejate de joder, tenés que venir”…bueno finalmente fui. El Jurado éramos diez
personas, de los cuales nueve eran tipos muy importantes, y después estaba yo.
Pero por qué eran muy importantes? Porque estaba el Decano de Delft, el Decano
de Amberes, el
Decano de Montreal, el jefe del departamento de arquitectura de La Sapienza de Roma, el
director del departamento de Arquitectura del politécnico de Milano, todos
señores, con unos sueldos . 100.000 euros año, 60.000 euros año, porque no le
permiten ejercer la profesión… Yo los miraba, y te juro que no me entraba en la
cabeza, pero no porque no hubieran trabajado de arquitectos, porque
perfectamente una persona puede desarrollar un pensamiento técnico interesante,
pero era una burocracia del academicismo. Algunos en sus discursos parecían
interesantes en parrafos teóricos, algunos tenían una cuestión más de formación
histórica, les parecía fascinante la experiencia de ir a ver los hoteles
neo-estanislistas de la costa del Mar Negro … yo me fui a Transilvania, porque
me parecía mucho más divertido dormir en la casa de al lado de donde había
nacido El Conde Drácula. A mi no me interesa, pero bueno, me parece posible que
alguien se entusiasme por ver el desarrollo del neoestanilismo en la costa de
Mar Negro, reconozco tenían esa pasión. Pero había algunos de ellos, que en
general no les interesaba una mierda. Entonces iban porque claro mi amigo que
es el que agarra el teléfono y les dice, como me dijo a mi “tenés que venir” y cuelga,
habían ido.
JMV: Mirá
hay una película canadiense, que yo vi hace poco, de unos tipos que eran
revolucionarios en los 60
MB: Claro Las Invasiones
Bárbaras
JMV: Las
invasiones Bárbaras es ese ambiente, tipos que vienen de Italia… están tan
regalados, son tipos que “fueron”
MB: Bueno pero nuestra
experiencia lo que tuvo de fascinante, insisto que no hablo del grupo de cinco
amigos, es que realmente no segmentábamos el mundo, sino que teníamos una
visión más compleja, más rica entonces cuando yo era ayudante, yo en el 65 era
ayudante en el Taller Soto-Winograd-Traine, te
acordás que los tres talleres se reunieron en uno solo..
JMV: Yo
estaba en ese Taller. El Taller de Soto estábamos Leyro, yo, tengo
MB: Leiro estaba? No me
acuerdo… pero yo digo el año 65 cuando estaban los tres
JMV: Ah..no,
en el 66 Soto creó un Taller y ahí estaba yo, y duramos tres meses. Jorge
Talone era un alumno, y Mederico estuvo por ser ayudante, pero después no fue.
Bueno Soto, Winograd, algunos que venían de Manolo, y yo venía de
Rivarola-Aisenberg, yo estaba a la noche con Aisenberg y a la mañana con
Rivarola y Tony Díaz. Tony y yo teníamos Diseño 3, y Goldemberg tenía Diseño 5
MB: Bueno cuando yo estuve,
estaban los tres juntos..
JMV: El año
anterior…
MB: El año anterior. Y
yo estaba cursando Arquitectura 5 en Buenos Aires, y estaba en Arquitectura 4
en La Plata,
con los cuales todos mis alumnos eran todos mayores que yo. Era la generación
de Germani, Bares, Morzili, todo ese grupo
paradójicamente eran alumnos míos. A la mañana era ayudante de Ibarlucía, en
Buenos Aires también al año siguiente, y después a la noche en Borthagaray. Yo
creo que era como un proceso en que teníamos clarísima conciencia que La Facultad no terminaba el
día que te daban el diploma, sino que seguías aprendiendo mediante un sistema
informal que era la enseñanza. En realidad es “un engaña pichanga”, que todos
los demás creen que vos estas enseñando y seguís aprendiendo hasta el día de
hoy de otra manera, ese es el gran secreto. Y bueno yo creo que ese último
punto, era la quinta pata que yo te decía de esa Facultad, ese vínculo
teoría-práctica y ese vínculo enseñanza-aprendizaje, que yo creo que fue un
paso de nuestra generación.
JMV: Esto
va surgiendo de todas las charlas, las entrevistas. Y sería muy bueno poderlo
transmitir
MB: Es que no lo podés
transmitir a través de una oralidad
JMV: Bueno
por eso en la exposición se muestran las obras. Yo pensaba para el año que
viene pedirles a los que van a participar, que continuemos tratando de armar el
archivo de la Facultad
entre todos. Yo soy totalmente conciente de que hace falta un interés
colectivo, para armar esto. Yo solo acá no lo voy a poder armar, ni tiene
sentido,
MB: Y la verdad es que
tendrías que conseguir un subsidio, porque debería ser filmado o escaneado
según los casos
JMV: Y acá
hay una gotera que no la pueden arreglar, también hay unas cosas que dejaron
los de enfrente porque no les caben.. en fin
MB: Debe ser una lucha
la de ustedes, que ni quiero pensar…
JMV: Pero
te diré que yo tengo otro procedimiento, no hago una lucha inútil, pero trato
de juntar de 40 personas, hacer una organización que produzca el Archivo. El
Archivo no lo puede producir una persona. Pero esa generación, que es la de
ustedes… el año que viene vendrán los del 70, está Jaime Soria, Cherny
JMV: Y hay
otro proceso en los años 70 muy interesante que lo tiene Jaime Soria guardado,
que era un grupo que formaba con Norberto Chavez. Y bueno me parece que a
partir de esta generación, y un poco con los antecedentes de Älvarez, Testa y
Solsona, podría ser interesante descubrir que el Archivo tiene alguna función,
que sirve para algo que no es guardar papeles viejos y polvorientos, sino
reavivar la s discusiones teóricas que hay ahora
MB: Yo creo que todo esto
que venimos charlando engancha con tu segunda pregunta, los instrumentos. Yo
pienso que un estudiante de arquitectura le tiene que gustar dibujar, pero no
tiene que saber dibujar. Yo hace varios años que me divierto haciendo cuadros,
exposiciones de pintura. Pero sin embargo en los primeros años de la Facultad a mi me gustaba
dibujar, pero tenía terribles dificultades. Me acuerdo que en Descriptiva tenía
un ayudante, Eduardo Lagos, y un día estaba desesperado porque la intersección
entre la esfera y el cono de revoluciones daba algo absolutamente irresoluble
para mí, me acuerdo ese ejemplo perfecto. Había que dibujar con regla T y
escuadra en el Taller. Bueno yo me acuerdo que hice un bollo con el calco
desesperado, y la verdad que el tipo con muy buena onda se acercó, abrió el
papel, lo estiró, y me dijo: no te deprimas esto es muy difícil, intentalo de
nuevo. Porque el lápiz se iba para donde él quería, no para donde vos querías.
Y bueno, después cuando ya estábamos en Arquitectura 4 ó 5, en realidad me ganaba
la vida haciendo perspectivas. Me acuerdo una vez le fuimos a llevar un
presupuesto con Lestard a Manolo, y nos sacó cagando aceite porque le queríamos
cobrar por centímetro porque era como se medían las perspectivas, y esa tenía
mucho cielo, por lo cuál por qué le queríamos cobrar el centímetro de cielo. Yo
creo que en el tema de los instrumentos, el tiralíneas era un instrumento de
tortura medieval que había perdurado, y cuando aparece el Graphos, que fue el
primer gran alivio, después viene e l segundo gran alivio que es la rapidograph.
Y yo al día de hoy sigo dibujando con regla T y escuadra, solo que al final
terminé dejando la regla T en la quinta, que la tengo, la misma que compré en
el primer año de la Facultad,
y en el estudio tengo paralela.
JMV: Yo
tengo la regla T de mi abuelo, dibujo con la regla T de mi abuelo, que era
arquitecto recibido en 1903, el número veintipico de la lista que tenemos de
egresados. La regla T y un triple decímetro de hueso, de marfil hecho a mano.
Yo hice toda la carrera con la regla T, no usé la paralela
MB: Yo la paralela la
compré hace poco, en los últimos estudios, siempre usé la regla T. Bueno yo
sigo dibujando, como lo podés comprobar por este callo ( que lo vea el
micrófono), todos los borradores a lápiz, de todo lo que se hace, dentro de lo
que puedo, en el estudio. Y la verdad es que no tengo ningún interés en
aprender autocad, pero no porque no crea que no puedo aprender, sino porque
siento que tengo energías para aplicar en otra cosa. Y eso que por eso de las redes,
yo puedo entrar en cualquier plano del estudio de cualquier máquina, yo puedo
entrar, y de hecho lo hago. Y abro y veo qué están haciendo, qué no hicieron.
Cuando llegás a la mañana que están todos los televisores apagados, se
prenderlo y se cómo manejarme, cómo abrir un autocad, cómo tomar un zoom, cómo
cambiar de plano. Creo que lo que también nos dio ese instrumento son dos
cosas. Una es una frase que me dijeron que siempre la decía Sacriste y no me
consta pero bueno atribuyámosla, que es que cuando vos le sacas punta al lápiz
tenés que separarte del papel, y eso te permite ver el plano entero. Este que
te conté el “falso” rumano que es canadiense, o el falso canadiense que es
rumano. Yo lo llevo siempre que viene a algunos lugares a escuchar tango, y
fuimos una vez a Grisel, y había mujeres por un lado, y hombres por el otro,
entonces se levantaban y la música empezaba pero ellos no empezaban a bailar,
había un segundo en que se mantenían en posición, y había como una inmovilidad,
y de después arrancaban, y él decía que lo que valía del espectáculo, lo más
maravilloso, era ese segundo, esa especie de estar en sintonía el hombre y la
mujer antes de empezar a bailar, y que eso era impagable, y cada vez que vuelve
a Buenos Aires me dice vayamos a ver “el segundo” . Bueno la cuestión que yo creo que sacar
punta al lápiz, yo sigo usando lápiz de madera, no?, salvo el Shorty para
corregir. Y he hecho un descubrimiento maravilloso, que son esos lápices doble
punta: rojo y azul, y encontré un tipo que los sigue vendiendo. Porque vas
dibujando y de pronto se te ocurre una variante, o querés marcar la estructura,
lo das vuelta y lo marcás con el otro color arriba. Bueno yo creo que ese uso
del lápiz, ese tempo del graphos, que era diferente al tiempo que mete la
computadora, te permitía parar para
limpiar. Te acordás cuando el hijo de puta del graphos se ensuciaba, y
cambiabas la pluma. Yo creo que te daba un tempo para mirar el plano, que la
computadora no te da, y el papel tenía un elemento fundamental que es la visión
de conjunto. Aunque las pantallas vienen cada vez más grandes, son segméntales
porque te obligan a trabajar 1:1. Está bien hay otros sistemas que no son el
autocad que te permiten otras cosas, pero siempre estás muy restringido, y por eso tenés que estar ploteando
continuamente. Y como plotear es carísimo, no ploteas tanto como deberías
JMV: Hay un
momento que se escucha: “se acabó la tinta”
MB: “Se tapó el cabezal
del magenta” (risas generales)… terrible, me tienen repodrido y además cada vez
cuestan más. No porque si ponemos en el ploter “el cartucho alternativo” te lo
tapona y la limpieza del cabezal, el deterioro de la pieza de teflón. Y además
engaña, porque parece que un plano está fenómeno y le preguntás, revisaste las
cotas? Y te dicen, no, si las puso la
computadora. Claro si vos te equivocaste en dónde poner el origen están todas
mal en vez de una mal. Entonces hay mucho error oculto atrás de una aparente
buena grafia
JMV: No te
digo nada de ciertas formas que tira la computadora, unas especies de huevos, y
que los alumnos no tienen ni la más puta idea de cómo le podrían hacer a un obrero un plano de
replanteo de eso, porque no saben ni cómo se generó esa forma
MB: Pero además eso de
“las bibliotecas”. Corregí el otro día a una chica en cuatro, que viene de tres
Talleres diferentes cada año cambiando, cada año con 6. Los tres Talleres en
los que cursó, son muy buenos Talleres. Y tenía dibujado un inodoro en un baño,
el baño entero era olvidable, pero bueno. Tenía el inodoro con una pared y la
puerta dibujada con su arco por encima del inodoro… entonces yo no podía ver lo
que estaba viendo, y le digo: y esto?
Qué representa el cuarto de círculo? . Y me
mirá como pensando, este pobre senil no entiende nada, el alzheimer lo golpeó
duro, y me dice es la representación de la puerta, es un grafismo que se ha
inventado. Entonces yo le dije, bueno mirá tenés que volver a Arquitectura 1
porque esto es un grafismo por supuesto, lo que representa es lo que bate la
puerta, entonces la puerta al batir te va a llevar al inodoro por delante. Yo
creo que siguió pensando que yo era tarado. Yo no podía creer que alguien
pudiera llegar a dibujar una cosa así, en Arquitectura 4.
SMM: Eso
estaba dibujado en computadora?
MB: Claro, estaba
dibujado en la computadora.
SMM: Una de
las maldades es que la puerta te la pone en cualquier lado, y te la mueve
MB: Pero además está
otro tema, cuánto mide la puerta. El problema es que no entendía el vínculo
entre los grafismos, y lo que los grafismos representaban. Era gravísimo. Lo
que más me impresionó es cómo había logrado sorteando los distintos cursos
hasta llegar a Arquitectura 4. Y después
hizo una entrega más o menos posible, con lo cual seguro que alguien “le hizo”
una entrega más o menos posible, pero bueno, andá a demostrar eso….
Entonces yo creo que para nosotros el
instrumento tuvo también un valor seminal, digamos, en el sentido de generatriz
de pensamiento y generatriz de esfuerzo, porque yo creo que todo esto que hemos
venido charlando, tanto desde el punto de vista del maldito tiralíneas que se
tapaba, y los planos de obras sanitarias que tenías que dibujarlos en témpera
con colores, y todas las maldades que uno sufría, te obligaban a un esfuerzo
físico por un lado, pero por otro te daban una distancia, un tempo…el tempo de
la lentitud, que creo que era un tiempo interesante.
JMV: Es muy
interesante lo que estás diciendo, porque el tiempo es una cosa muy escasa en
la vida actual, y mucho más en la vida que suelen tener los alumnos. Es como
que han perdido el tiempo, no tienen oxígeno, están haciendo cosas unas tras
otra y no tienen tiempo de pensar.
MB: Claro, pero vos sabés
que paradójicamente, la aceleración que han dado las herramientas no han venido
acompañadas por una conciencia. Inclusive las metáforas que son casi analogías
porque son reproducciones demasiado literales sobre la rapidez del paso del
tiempo y la fragmentación del tiempo contemporáneo, en una arquitectura como la
Saha Hadid, por ejemplo. Esa especie de
espasmo, de todo lo que yo digo, los espásticos que se diferencian de los
esmósticos, digamos, Thom Mayne, Morphosis, Saha Hadid, el
propio Miralles, yo creo que dentro de cinco años nadie se va a acordar de
ellos. Pero esta especie de representación literal de la fragmentación del mundo contemporáneo, Frank Gehry,
el más malvado de todos ellos
JMV: Y que
los va ganando y los va deteriorando a cada uno de ellos porque las primeras
cosas de Miralles no son como fueron después, es como que se van enfermando, va
siendo tomado por una cosa y termina hecho pomada.
MB: Sí seguro. Ahora por
otro lado, hay una frase que no me acuerdo de quién es, pero es linda, en un
libro que se llama La Sombra
del Viento, y tenía un reloj el personaje en su casa que decía: “si me miras
muchas veces se que estás perdiendo el tiempo”. Yo creo que esta especie de
exaltación del movimiento, exaltación de la velocidad, creo que en el fondo también está oculto un
cierto espíritu del consumo en todo eso, y un espíritu de la aceleración. Había
cierta mecánica de la tinta que te daba otro tiempo. Hay dos anécdotas de Jorge
Lestard que no creo que haya contado, en una entrega de un concurso él se
acerca a alguien que estaba dibujando con una taza de café, como siempre que se
le caen muchas cosas, se le cae la taza de café, entonces él para evitar que
caiga, como buen jugador de fútbol, no como yo que vos me elegiste mal en aquél
célebre equipo, Jorge hizo un levante amoroso, hizo un levante futbolístico.
Cae la taza de café, Lestard la ataja
con el pie, y la tira para arriba, con lo cual se estrella con el
cielorraso, y a partir de eso decidimos pintar el cielorraso de negro, que nos
dejó el estudio hecho una tumba durante no sé cuánto tiempo. Y por qué esa
desesperación, porque se te caía algo sobre el plano, decíme las clásicas
cagadas que vos también habrás hecho…
Sobre el futbol, pisaban vos y Jorge Erbin en
los bosques de Palermo, gana Erbin la pisada, mira alrededor, y yo era un tipo
buen mozo, alto deportivo, y me elige. Empieza el partido, yo que había por acompañar
a la barra, veo que viene la pelota y yo estaba cerca del rectángulo ese, cómo
se llama…arco, venía la pelota, entonces yo la paré, no había dejar que
entrara, y todos me empezaron a gritar cosas horrorosas.. mi mamá pobrecita,
dijeron penal, penal y no sé qué más. Y claro ahí descubrió Jorge su error.
Bueno entonces la cuestión, es que yo creo
que este tema de tiempo, es un tema clave en nuestra generación, que
actualmente el pasaje del tiralíneas al grafo, y del grafos al rapidograf, iba
impregnado por el otro que venía que era siempre el tiempo en lápiz, fuera el
lápiz de madera o fuera el automático, el caran d´ache. Había un tiempo con
vínculo de la producción, que por un lado exigía un esfuerzo agotador..
JMV: La
tinta, el manchón de tinta…
MB: La mancha de tinta,
que en realidad era un papel que vos ponías arriba, y el otro venía y se quería
morir. Jorge Erbin que se quedaba dormido con el rapidograf en la mano en un
punto y se despertaba y seguía la línea, pero no dormía un segundo, de pronto
diez minutos. Yo creo que había un vínculo entre el esfuerzo físico, que es
diferente al esfuerzo físico que hacen los chicos ahora, que se comen la misma
cantidad de horas, pero sentados y con la mirada inmóvil, con lo cual su
distancia con la pantalla es siempre la misma, y por lo tanto su distancia con
el proyecto es siempre el mismo. Y además la discusión con el otro es muy
diferente, porque tenés que ir a ver. Está bien, por red yo puedo traer lo que
hace el otro, permanentemente cuando se está haciendo una documentación en red,
cinco tipos tienen todas las láminas al mismo tiempo, eso es fascinante desde
el punto de vista que no te pase lo que me pasó a mi con Eduardo Kaplan. Con
Eduardo Kaplan éramos compañeros para hacer una escuela en Composición 3, Leiro
adjunto. Proyecto bien alvarartiano porque era la línea de Leiro, viste.
Entonces no me acuerdo cómo era el proyecto, venía el pasillo de la escuela en
mi aula, y como el pasillo no entraba en una sola lámina, la otra mitad la hizo
Eduardo Kaplan. Cuando juntamos las láminas su pasillo y el mío no coincidían
ni por puta, ni en espesor ni en nada. Eso no te pasa con las computadoras,
porque obviamente trabajás en red, y la fachada el corte, todo sale junto. Pero
creo que había un tiempo y una exigencia de elaboración, que nosotros en la Cátedra tratamos de hacer,
no sólo la artesanía de la producción arquitectónica, sino el pensamiento,
digamos. Hoy dio una teórica muy linda Nora Quiñones sobre, entre otras cosas,
habló sobre el vínculo entre razonabilidad e intuición para generar pensamiento.
Y la verdad es que nosotros no somos artesanos, ni somos mecánicos, somos
ejercitantes de un pensamiento, que es el pensamiento arquitectónico, lo
expreses a través de la producción de proyectos, lo expreses a través de la
formulación de un estudio histórico, a través de la formación de historia, de
tecnología, de lo que quieras. Entonces yo pienso que en nuestra formación como
generación todo eso está muy presente, de una manera disgregada que te obligaba
a vos a hacer la síntesis…
JMV: El
tema ese, sabés que hay un tipo Fresan que escribe…
MB: Sí Rodrigo Fresan
JMV:
Escribió un libro que se llama La
Velocidad de las Cosas, que toma ese tema y es muy bueno. Es
de cómo hace veinte años. Es una reflexión sobre estos temas
MB: Bueno por otro lado,
la velocidad de las computadoras, tiene aspectos fascinantes cuando vos querés
ver una alternativa. Realmente te sentás…. Como yo le digo a Jorge, que él lo
mata con el aliento en la espalda a los pobres chicos, porque se le sienta
atrás, y bueno yo hago lo mismo. Ahora estamos haciendo una casa, te sentás
atrás y de pronto se te ocurre cómo cambiar el baño, y le decís hacete un
“copy” y hacé el baño… y no es que lo ves así nomás. Lo ves con todas sus
medidas, con el inodoro, con la puerta, con la bañadera, todo en dos minutos,
eso es fascinante.
Entonces está un tempo de pensamiento y un
tempo que está vinculado con la presión de los clientes y todo, yo creo que
antes la presión…, el honorario. , viste? Le hice una casa en Bariloche a mi
hermano, todo bien. Empezó la obra, en una semana ya hicieron toda la
excavación, todas las bases, todos los encadenados, y están con muros hasta un
metro de altura, no lo puedo creer, es un tipo que fue contratista nuestro hace
muchos años, un yugoslavo de una eficiencia, ha metido a diez monos a trabajar,
una casa de 150 metros,
nada gigantesco. Bueno fantástico, entonces cuando mi hermano fue ahora este
fin de semana, me encontré anoche para que me contara qué había visto, porque
es médico y no sabe nada de nada de arquitectura, y me dice, cuando vos te
hiciste la casa en Maswitsch, yo hice una casa en Maswitsch hace veinte años,
la hicimos con dos planos. Y esta vez yo vi que tienen montones de planos hay
unos dibujos rarísimos, que me dijeron que eran los detalles de calefacción,
los detalles de carpintería, y los detalles de electricidad; cuando hiciste la
casa no hiciste nada de todo esto. Yo creo que la presencia de la tecnología se
ha hecho cada vez más demandante, en parte porque antes cuando yo hice la casa
de Maswitsch, el tano que la hizo sabía que si vos le marcabas la llave de luz, sabía más, y era
una miniempresita, ahora es todo más complejo. Pero por otro lado, yo creo que
la demanda del cliente se ha puesto cada vez más exigente, cada vez te piden
más alternativas, y te dicen, bueno y cuánto cuesta esto y cuánto cuesta
aquello, y te paga menos. Y te dice pero si tenés menos gente, y con la
computadora me hacés unos dibujitos y sale. Y es mentira, porque está lo que
vos dijiste antes, que eso te cuesta mucho más. Pero más allá del aspecto
empresarial, digamos, yo creo que lo interesante es escarbar en la producción
de la arquitectura, creo que es un tema que pocas veces uno lo trata de
sistematizar, porque te encontrás con tres arquitectos, y empieza el tema “puta
digo che, no hay guita que alcance, cuánto cuesta los impuestos, cuánto cuestan
las computadoras”, uno lo tiene presente, no es que sea ciego al tema. Pero
darse cuenta realmente cómo se produce arquitectura, qué se requiere para
trabajar en equipo, cómo trabajás con tus asesores, cómo es esa formulación. Yo
creo que nuestra generación un aprendizaje un poco a los ponchazos con esa
escuela heterodoxa que era la
Facultad, y con una escuela simultánea que eran los concursos,
que no se pueden desligar de la Facultad.
Porque todos nosotros éramos compañeros en La Facultad o alumnos de
docentes…, algunos concursos los hice con Leiro, y tengo
recuerdos maravillosos. Yo era alumno de él en Composición 3, y después íbamos
a hacer los concursos. Lo que pasaba es que ahí viene el tema de la soberbia.
Suponete Leiro se iba, como yo me voy hoy de un concurso a las dos de la mañana,
muerto, y nosotros quedábamos toda la noche. Pero le borrábamos con gillette
todo y cambiábamos lo que a nosotros no nos parecía, te das cuenta, entonces
esas historias. Yo en ese sentido tengo hacia Leiro una gratitud infinita
porque fue mi único patrón. Yo la única vez que trabajé en relación de
dependencia fue en el estudio de Leiro en la calle Santa Fe. Y yo entro, y era
único dibujante, secretario, cadete, de todo. Y estaba haciendo la casa de
Pinki, ahí enfrente del Botánico, y a mi los muebles no me gustaban nada. Y
entonces cuando Nando se iba a ver un cliente, que esto que aquello, yo le
cambiaba los diseños. Y a los quince días me dijo: este romance no va más
andate, pero me pagó, una generosidad sin límites, me tendría que haber roto un
palo en la cabeza. Todo este tema, insisto, de un esfuerzo inmenso, porque
nosotros éramos ayudantes en La
Plata a la mañana, y volvíamos en el tren al mediodía. Y yo a
la tarde trabajaba en el estudio de Rotzait, porque, viste el edificio del
Fondo de Cultura Económico que está en la calle Suipacha,. Entonces como yo me
acababa de recibir me lo habían ofrecido, pero como yo no tenía experiencia,
terminó cayendo en el estudio de Rotzait. Y yo trabajaba en eso como asociado
joven, digamos, y aprendí muchísimo también. Y pienso en todo este tema, y
estábamos sobreexigidos todos. Teníamos docencia a la mañana, estudiábamos a la
noche, trabajábamos en distintos lugares a la tarde y después hacíamos
concursos. Y además yo hice una casa en Pinamar al mismo tiempo, con lo cual
viajaba a la noche, estaba todo el día dirigiendo la obra y volvía a la noche
siguiente. Cómo nos daba el cuero?, la verdad es que no sé. Sin embargo había
un tiempo de debate y un tiempo de discusión, que me parece es una de las
diferencias importantes con este tiempo actual, me parece, no estoy del todo
seguro. Yo creo que también lo que ha cambiado es el tipo de intereses, con lo
cual los chicos de pronto tienen otros tiempos y otros intereses. Me acuerdo
que charlé con Baliero, y me decía: “no, porque en todas las carreras del mundo
hay un 10% de alumnos brillantes, y después del resto hay de todo, y podés
catalogarlo como quieras”. Y es cierto, hay de
todo. Tipos que de pronto están más aplastados por coyunturas personales,
que a lo mejor pueden sobresalir mañana
JMV: Si y
que la carrera le sirve de otra manera, que uno no la puede ni calcular. Y que
te lo encontrás después en la vida, diez o veinte años después y te agradece,
pero no porque se dedicó a la arquitectura, sino porque le enseñaste algo que
el tipo lo usó para hacer otra cosa
MB: Hace un par de años
me pasó una cosa emocionante que yo creo que es el resumen de la cosa más linda
que te puede pasar en la docencia. Me llamó Leiro que tiene ese Postgrado de
gestión.. no se cómo se llama… es un Posgrado de cómo manejar El Proyecto. Me
pide que de unas charlas. Como a Leiro lo quiero muchísimo, me enseñó y me
ayudó muchísimo. Voy, termina la clase, y veo a un tipo que había estado parado
atrás, viste en esas típicas aulas chiquitas en donde se dan los Postgrados, y
había veinte o treinta personas, y había uno atrás con un bebe en brazos, con
anteojos negros… que raro anteojos negros, una teórica a la noche, con un bebe…
bueno en La Facultad
te acostumbrás a todo… (risas generales); entre el pelo verde y anteojos negros
qué diferencia hay. Entonces salgo, y se me acerca este chico, se saca los
anteojos negros, un muchacho de unos treinta años. Y me dice, se acuerda de mi?
Entonces me cuenta, ese chico fue alumno mío cuando en la época de Alfonsin, te
acordás que hubo un intento de golpe en el Regimiento Patricios, y un grupo de
oficiales trató de entrar para conseguir que se rindieran los rebeldes,
digamos, los tipos que estaban contra el orden institucional, y matan a un
oficial que estaba intimando la rendición de los rebeldes, un oficial Pita de apellido, y este chico era hijo de ese oficial. Y
yo la verdad es que no sabía si ese oficial había estado en la época del
Proceso, pero que en ese momento había tomado una actitud sana porque había ido
a defender el orden constitucional, y lo habían
asesinado, sencillamente los tipos del golpe, una de las tantas cosas
que hicieron lo que quisieron porque nunca se los enjuició, que mataron a los
que entraron a intimar la rendición, que además eran sus colegas. Eso demuestra
el sadismo y el hijoputismo de estos tipos, … y lo mataron. Y este chico era alumno
mío de Arquitectura 1. Yo no sé qué hice, pero algo habré hecho por lo cual
este chico viene a decirme que él había tenido este bebe, y que él quería
presentarme a su bebe porque yo lo había ayudado tanto en un momento tan
terrible para él como había sido la muerte del padre. Yo habré hecho lo que
cualquier persona, profesor, compañero de trabajo. Pero me emocionó muchísimo
porque yo creo que en el fondo la docencia incluye cosas que no tienen nada que
ver con la arquitectura, como es eso; y si uno no incluye “eso”, en realidad,
no estás enseñando un carajo. Porque vos enseñás una manera de ser, no
solamente que la puerta tiene que tener un tamaño para un baño. Y yo creo que
el otro punto que nuestra generación tuvo, cuando digo nuestra generación no digo
que las otras no lo hayan tenido, sino que lo que se que nuestra generación
tuvo es una responsabilidad. Un Médico, está lleno de errores de médicos, todos
conocemos o hemos sufrido en carne propia errores de médicos. Pero un médico
cuando agarra el bisturí y hace “así” y te abre la panza, no se puede equivocar
porque si se equivoca te morís, supongo yo, no sé, le tendría que preguntar a
mi hermano que es médico, pero es psicoanalista y no va a saber qué
responderme.
SMM: Y a
usted qué le parece? (risas generales)
MB: Pero yo creo que
cuando uno pone el lápiz tiene que tener la conciencia de que tiene que ser tan
grave como cuando ponés el bisturí. Porque entonces, si nuestra matrícula
tuviera conciencia de la importancia de nuestro trabajo, ni te dejarías
basurear con los honorarios, ni sacarían las leyes como de pronto en La Legislatura de pronto
la ordenanza de los discapacitados que pueden llegar a todos lados.. No saben
nada, pero tienen la impunidad de hablar de arquitectura como si hablaran de fútbol,
y para hablar de fútbol podés hablar entre gente que se divierta hablando de
fútbol, pero si yo soy director técnico, soy director técnico, no le vas a
decir a Bianchi qué tiene que hacer. Y esta manga de degenerados lanzan una ley
por lo cual todas las puertas de los baños tienen que tener una cierta medida,
como si la Argentina
fuera un país lleno de rengos. Los países que han salido de la guerra…es
demencial. Y de esas cincuenta mil por
supuesto, el manejo del espacio público. O un colega nuestro, cuando Fito Rossi
dice hagamos en las Bodegas Giol una laguna, se puso a pensar un minuto en lo que significa
cómo hacés?, por lo que sé el problema hidráulico es de una complejidad inmensa,
que el problema de las contaminaciones con las aguas es de una complejidad
inmensa, que hacer un espejo de agua de esa dimensión es un problema gravísimo,
que meter un espejo de agua…de todo eso no se habla-
JMV: Una de
las cosas que también es común, y distinto a otras profesiones como la de los
escribanos por ejemplo, es que uno pasa por épocas de sufrimiento, inclusive
por sufrimientos crónicos como estos de los códigos de las municipalidades, los
empleados tipo Gasalla que están detrás del mostrador. Peor hay algo que hace
que uno persista, y yo creo que es un apasionamiento. Y que ese apasionamiento
tiene que ver con una actitud sociable porque es de grupos y es de estar con
otros. Es un apasionamiento compartido, y que este lugar que es la Facultad de Arquitectura
fue suficientemente poroso y permeable para que todo eso siguiera pasando, y
para que un tipo que piensa algo distinto a lo tuyo, vos no te ocupes de
eliminarlo, sino que te parezca bien que vos digas algo, y que haya otro que
haga otra cosa…
MB: Y que inclusive te
haga cambiar de opinión
JMV: Pero que
es un lugar donde hay cruce de opiniones distintas y que hay que seguir
manteniendo esa porosidad
MB: En ese sentido el
movimiento de los adjuntos, los tipos que ahora tienen cuarenta, digamos.
JMV: Yo los
llamo los AJO, Arquitectos Jóvenes. Yo estuve haciendo un libro con ellos, con
Becker, Ferrari, Ferreiro, Robinhson, y lo empecé hace como dos años, hicimos
reuniones, junté un montón de material, y vino la crisis terrible y no pude
hacer el libro ese. Y además después que pasó un año yo decía esto se iba a
llamar AJO por Arquitectos Jóvenes, y ahora lo que me surge a mi es Arquitectos
Jodidos, ahora igual pasó cierto tiempo, y creo que está mejor y quizás se
pueda retomar esa idea. … y hay una ausencia acá de ellos, tendrían que
acercarse
MB: Yo creo que lo que
además hay dos cosas, una ausencia ente la generación de ellos y la nuestra.
JMV: Porque
no fue lo de los sesenta, no se repitió eso
MB: Por la situación
política, porque se emigraron, porque se murieron
JMV: Muchos
están muertos
MB: Y la generación de
los cuarenta tiene que pasar a ocupar ese lugar, ese vacío, y tienen una
actitud ambivalente en la cual por un lado les interesa mucho La Facultad, y por otro
lado, yo siento como que nuestra generación no les ha dejado ocupar un lugar,
pero ellos no han luchado por ocuparlo. Nuestra generación para ocupar un lugar
se abrió lugar a codazos, trompadas, piñas, mordiscones y patadas. Porque si
hubo un personaje que no quiso que creciéramos fue Odilia por ejemplo
JMV: Ah eso
no sabía
MB: Todavía sigue
diciendo lo mismo que decía hace cincuenta años, así que imaginate. Y fue el
jurado de todos los concursos habidos y por haber, sin haber hecho ella
prácticamente ninguno, y con la imposibilidad de hablar, vos te acordás las
reuniones de Consejo cuando estaba ella? Era imposible hablar…
JMV: Y
García Vázquez, sabés cómo la llamaba? “Oidla Suárez”
MB: Bueno lo que creo es
que estos adjuntos cuando hicieron la exposición el año pasado en el museo,
pegaron un paso adelante importante. En el sentido de decir somos un grupo,
estamos, tenemos cosas para decir
JMV: Ahora,
yo critiqué mucho esa exposición, la manera en que la hicieron. Y hablé con uno
solo de ellos, con Becker, me lo encontré y él es como que aceptaba esa
crítica. Era desparejo además..
MB: Pero era una
presencia, más allá…Yo puedo coincidir seguramente con muchas críticas, pero
era una presencia
JMV: Y hay
ahí algunos tipos como Robinshon que son fantásticos, y Ferreiro también
buenísimo
MB: Sí, como Blinder-Jánches,
un montón. Bueno, me voy a laburar…
JMV: Bueno
entonces pensá en los tres paneles
MB: Vos sabés que tengo
un problema grave…
JMV: Pero
tenés tiempo…
MB: No, no el tiempo uno
se lo hace. Que me doy cuenta que en alguno de mis divorcios, que he tenido más
de uno, he perdido mi pasado como alumno. No tengo un solo dibujo de cuando era
alumno de la Facultad.
JMV: Mirá
la que tiene todo es Egozcue
MB: Bueh.. me imagino
porque es una organizada total
JMV: Porque
la madre le guardó todo. Trajo una montaña de papeles
MB: Te contó Teresita
que cuando para entrar a la
Facultad vino a verme? Porque la tía de ella era mi dentista,
y yo estaba en tercer año o segundo, y ella vino a verme. Y yo a su vez para
entrar a La Facultad
fui a ver, porque yo no entendía nada, no conocía a nadie, fui a verla a la
hija del Almirante Rojas, mirá vos, y sabés a quién?
JMV: En la
calle Austria vivía el Almirante Rojas
MB: Sí pero no me
acuerdo si fui a lo de ella o lo de Monique Albarenque,
que es arquitecta, que era la hija de unos amigos de mis viejos. Y era
la persona que yo remotamente conocía que estaba en La Facultad
JMV: Y Egozcue
saca un proyecto un hospital alvarartiano, ayudante Baliero. Tiene montones de
esos dibujos. Guardó todo. Algunos tienen más, otros menos. Una foto tuya de esa
época si, y después lo que se te ocurra a vos
MB: Supongo que
conseguiré. Sí, yo voy a armar igual los tres paneles, me encanta, como no, tendré
que hacer… bueno ya veré
JMV: Bueno
bárbaro.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario